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Actualizado: 27/03/2024
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Muestran la historia del cementerio de Corella con visitas guiadas y teatralizadas los días 11 y 12 de noviembre

Muestran la historia del cementerio de Corella con visitas guiadas y teatralizadas los días 11 y 12 de noviembre

Muestran la historia del cementerio de Corella con visitas guiadas y teatralizadas los días 11 y 12 de noviembre

Vía: Nueva Plaza

La Asociación Cultural de Corella (Comunidad Foral de Navarra) ha organizado por segundo año consecutivo, unas visitas guiadas al cementerio municipal para dar a conocer su patrimonio histórico y continuará con las visitas teatralizadas a la Iglesia y Convento del Carmen que tendrán lugar el viernes 11 y sábado 12 de noviembre.

En cada sepultura la historia de una familia
La visita de una hora y media da comienzo con la historia y ubicación del cementerio cristiano de Corella así como el del Santo Hospital, estando primero en la Calle Hospital Viejo y después en el desamortizado Convento de Padres Carmelitas. A su vez, el público es testigo del surgimiento del actual cementerio, construido allá por el año 1834 a raíz del cólera morbo.

Después, se recorren un total de quince sepulturas con doce representaciones teatralizadas por parte de algún personaje que caracteriza a difuntos enterrados en dichas sepulturas. De esta manera, además de conocer cómo era la vida en esa época, las hazañas de los personajes, también trata los estilos arquitectónicos de cada una de ellas.

Entre las sepulturas mencionadas se encuentran la de Pascual Pérez Oñate, la de Camilo Castilla, la de Micaela García-Arista y Loygorri (primera camarera de la Virgen del Villar), la de Agustín de Sesma y Landa, la de Gaspar Goñi, la capilla mayor, la del pintor Soler, la de los PP. Carmelitas, de Eduardo Alonso Conejares, de Melchora Olloqui, de los Marqueses de Bajamar, de José Alonso y de la familia Allué.

La visita finaliza recitando la rima LXXIII de Gustavo Adolfo Bécquer tan conocida, que narra el paso a paso desde que un difunto fallece hasta que es depositado en el cementerio, con el célebre estribillo de “Dios mío, qué solos se quedan los muertos”. También se hace un sencillo homenaje a una figura necesaria como son los enterradores, mediante un repaso a los cinco enterradores del último siglo. Al finalizar la visita, se entrega a los asistentes un tríptico con el plano y las sepulturas visitadas, así como la historia de las mismas.

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