En una ladera contigua al cementerio de San Jorge, Lucena se prepara para cerrar una deuda histórica con parte de su ciudadanía. Antes de que acabe el año, abrirá sus puertas el cementerio musulmán de la ciudad, un recinto que lleva en construcción —literal y simbólicamente— desde hace cuatro años.
La comunidad islámica local, compuesta por unas dos mil personas, llevaba décadas reclamando un lugar donde enterrar a sus difuntos según sus ritos. Hasta ahora, muchas familias se veían obligadas a repatriar cuerpos a sus países de origen. Un coste emocional y económico innecesario que, por fin, dejará de ser la única opción.
El proyecto, que se ubica sobre una parcela triangular de más de 1.600 metros cuadrados, ha contado con una inversión total cercana a los 200.000 euros. Y ha sido ejecutado en tres fases. La última, actualmente en marcha, incluye la mejora de los accesos rodados y peatonales, muros de contención, escaleras y la urbanización final del terreno.
La segunda fase ya construyó las diez primeras unidades de enterramiento (de las 53 previstas), mejoró la evacuación de aguas pluviales y urbanizó el entorno del edificio funerario levantado en 2020. Ese edificio, que incluye sala de espera, depósito, almacén y aseos, fue financiado con 79.200 euros.
El concejal Javier Pineda, responsable del área de Obras, confirma que el recinto estará operativo antes de que acabe 2025. Aunque el presupuesto municipal no tenía una partida específica para este fin, se han reajustado fondos para concluir las actuaciones necesarias y obtener la licencia de funcionamiento.
La propuesta de creación de este cementerio fue aprobada por unanimidad en el pleno de julio de 2019, tras la solicitud de la Comunidad Islámica de Lucena. Hoy, más de cuatro años después, el proyecto está a punto de materializarse. Y con él, un gesto de respeto, integración y convivencia.