No todos los cementerios son iguales. Hay algunos que no solo guardan restos, sino también memoria viva. En Cuenca, el Cementerio de Personalidades de San Isidro es uno de esos espacios. Allí reposan figuras clave de la historia, el arte y la cultura de la ciudad. Y ahora, por primera vez, su uso estará regulado oficialmente.
La Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento ha aprobado el primer Protocolo que establece cómo se gestionarán los futuros enterramientos en este enclave tan singular. Se trata de un documento que pone orden a un lugar tan simbólico como limitado, y que busca preservar su esencia sin renunciar al reconocimiento de quienes, por sus méritos, merecen descansar allí.
El alcalde, Darío Dolz, lo anunciaba durante las Vísperas de San Isidro, en un encuentro celebrado en la ermita junto a miembros de la Venerable Hermandad de San Isidro Labrador (Vulgo de Arriba), custodios históricos de este camposanto desde 1980. Acompañado por José Vicente Ávila y Florián Belinchón, representantes de la Hermandad, Dolz subrayó la importancia de formalizar un compromiso que ya venía de atrás: “Era necesario regularizar todo lo relacionado con el descanso de personalidades conquenses en este cementerio tan especial”.
Entre quienes ya reposan en este espacio figuran nombres como Federico Muelas, Fernando Zóbel o Luis Marco Pérez. Según el alcalde, todos ellos «cumplen sobradamente los criterios» que ahora el Protocolo convierte en norma: solo podrán acceder al cementerio aquellas personas reconocidas oficialmente como Hijos Predilectos o Adoptivos, o quienes hayan recibido la Medalla de Oro de la Ciudad de Cuenca.
El documento también establece que, debido a las dimensiones reducidas del lugar, no se permitirán nuevos enterramientos en féretros. Solo se admitirán urnas cinerarias, una decisión lógica para conservar el equilibrio y la dignidad del enclave.
Las solicitudes deberán ser presentadas por las familias ante el Ayuntamiento, y su evaluación se hará en colaboración con la Hermandad, que seguirá desempeñando un papel esencial en la gestión del espacio.
Este protocolo no solo ordena, también rinde homenaje. Reconoce, de forma oficial, más de cuatro décadas de dedicación silenciosa por parte de la Hermandad a un cementerio que no es solo un lugar físico, sino una parte del alma de Cuenca.