No tuvieron despedidas multitudinarias. No hubo flores caras ni palabras solemnes. Pero tuvieron algo aún más valioso: un entierro digno. En Vigo, 40 personas fallecieron en 2024 sin familia, sin amigos, sin recursos. Y el Concello, como último gesto de humanidad, se hizo cargo de todos ellos.
Cada una de estas historias es distinta, pero tienen un hilo común: la soledad. Algunos vivían sin contacto con nadie, otros murieron en hospitales o residencias sin que nadie reclamara sus cuerpos. En ciertos casos, fueron los propios familiares quienes, imposibilitados de costear el sepelio, acudieron a la ayuda municipal.
Los trabajadores sociales, tanto de centros hospitalarios como de residencias, colaboran estrechamente con el Concello para garantizar que ninguna persona quede abandonada incluso después de la muerte. Los juzgados también solicitan este apoyo cuando fallece alguien sin red ni patrimonio.
En lo que va de 2025, ya se han gestionado nueve entierros bajo esta modalidad. Todos ellos han sido llevados a cabo en los cementerios municipales de Pereiró, Lavadores y Teis. Sin lujos, pero con respeto. Sin pompa, pero con dignidad.
“El Concello de Vigo se encarga de que sus ciudadanos sin recursos o en situación de soledad reciban un entierro digno”, señalan desde el gobierno local. Un compromiso silencioso, pero firme. Porque incluso en el último adiós, nadie debería sentirse solo.
Este gesto, que puede pasar desapercibido para muchos, es el reflejo de una ciudad que no olvida a los suyos, ni siquiera cuando ya no pueden dar las gracias. Vigo no deja que la muerte convierta a nadie en nadie.
