En una ciudad con siglos de historia, donde las piedras antiguas aún susurran al oído del mar, Tarragona se prepara para abrir un nuevo capítulo: la construcción de su primer cementerio municipal y civil, pensado para acoger a todas las confesiones y sensibilidades.
El lugar elegido es la montaña del Llorito, un espacio de titularidad pública que se transformará en un recinto funerario moderno, diverso y respetuoso con las creencias de cada ciudadano. El proyecto, que ocupará 140.000 metros cuadrados, contempla la creación de 270 nichos distribuidos en tres alturas, 200 columbarios, 24 sepulturas musulmanas y un cinerario común de 4.500 metros cuadrados. También se incluirán zonas verdes, jardines, mobiliario urbano y aparcamiento.
El alcalde, Rubén Viñuales, presentó la iniciativa como un paso clave hacia un modelo más inclusivo y justo: “Es un equipamiento para las generaciones siguientes, con un carácter laico que respetará todas las sensibilidades y confesiones”, afirmó. El objetivo no es solo práctico, sino simbólico: garantizar entierros multiconfesionales y ofrecer una alternativa pública al cementerio privado y religioso que gestiona actualmente la Fundación Hospital Sant Pau i Santa Tecla.
La propuesta se desarrollará en tres fases. La primera cuenta ya con una partida presupuestaria de 1,8 millones de euros, y será sometida a aprobación por el pleno municipal tras pasar por el consejo de administración de Emserfumt —empresa mixta encargada del proyecto— el próximo 22 de abril.
Ivana Martínez, presidenta del ente, subrayó que el nuevo cementerio aspira a resolver una demanda social clara: “Queremos que toda la ciudadanía tenga acceso a un servicio público y digno, sin depender de su religión o creencias personales”.
Pero el compromiso del Ayuntamiento con la pluralidad va más allá. Viñuales también avanzó que se está trabajando en la modificación de la ordenanza municipal para permitir el entierro de animales de compañía en este nuevo espacio, una medida que refleja una sensibilidad creciente en la sociedad actual.
Con este proyecto, Tarragona da un paso valiente hacia un modelo más inclusivo, donde el último adiós no esté condicionado por la fe, el origen o la clase social. Un espacio en paz para todos, como debería ser siempre.