En Chiva, el descanso eterno ha encontrado un nuevo marco de dignidad y belleza. El cementerio municipal ha culminado una esperada transformación que va mucho más allá de una simple reforma: se trata de un homenaje a la memoria y un gesto hacia quienes visitan a sus seres queridos.
El cambio se nota nada más cruzar la entrada principal. El asfalto que antes cubría el acceso ha dado paso a un firme de hormigón impreso. Más claro, más resistente y menos caluroso, este nuevo suelo no solo facilita el mantenimiento, sino que hace más amable el recorrido por el recinto. Es un detalle técnico, sí, pero pensado desde el respeto.
El alcalde de Chiva, Ernesto Navarro, explicó que esta intervención se aceleró para que estuviera lista antes de Semana Santa, periodo en el que muchas familias se acercan al cementerio a rendir homenaje. “Era un proyecto pendiente, y hemos querido que llegara justo cuando más se necesita”, afirmó.
Pero la verdadera joya de esta renovación no está solo bajo los pies, sino frente a los ojos. Un enorme mural, obra del artista local Serafín Miró Jiménez, cubre el muro trasero del cementerio. Con sensibilidad y oficio, Miró ha transformado una simple pared en una obra cargada de simbolismo, un punto de encuentro entre el arte y el duelo.
Además, en la parte superior de los nichos, se han pintado frases que acompañan y consuelan, creando una atmósfera más acogedora para quienes acuden en busca de recogimiento.
La empresa Oarna S.L. ha sido la encargada de ejecutar las obras, en una combinación de eficiencia constructiva y sensibilidad estética poco habitual en estos espacios. El cementerio de Chiva no solo se ha mejorado; se ha humanizado.