El mensaje llegó como tantos otros. Un aviso anónimo. Una ubicación. Un callejón cualquiera. Pero lo que Luciano Castro encontró en aquel terreno de Pocito lo dejó sin palabras: más de treinta cuerpos de perros y gatos, enterrados de forma clandestina, muchos con signos evidentes de tortura.
Castro, activista y proteccionista de animales en la provincia de San Juan, no dudó en hacer público el horror que presenció. A través de sus redes sociales, denunció el hallazgo de lo que llamó un “cementerio clandestino del maltrato”. El terreno, ubicado en la intersección de Vidart y Callejón Mandarino, escondía una verdad macabra: animales con sogas, bolsas en la cabeza, incluso una perra decapitada.
La publicación se viralizó rápidamente. Las imágenes eran tan explícitas como dolorosas. “¿Qué está pasando por Dios? ¿Por qué tanto maltrato?”, clamó Castro, visiblemente afectado, mientras pedía respuestas urgentes a las autoridades locales.
Pero no se trataba solo de cadáveres. Lo que había bajo tierra era también el reflejo de una omisión institucional. “En Pocito no hay quirófano, no hay control, no hay políticas reales para proteger a los animales. Es el lugar donde más maltrato hay en toda la provincia”, denunció con firmeza el proteccionista.
El caso ha desatado la indignación ciudadana. Muchos vecinos aseguran haber visto animales vagando heridos o desapareciendo sin explicación. Otros temen que lo ocurrido sea apenas una muestra de una red más grande de abandono y violencia animal.
Castro exige una investigación exhaustiva, no solo para esclarecer quiénes están detrás de estas muertes, sino para que se activen políticas públicas reales de protección animal. “Esto no puede ser normal, no puede ser invisible”, insistió.
En Argentina, el maltrato animal es un delito, pero la falta de recursos, seguimiento y voluntad política hace que la mayoría de estas denuncias terminen en el olvido. Sin embargo, este hallazgo en Pocito ha puesto sobre la mesa un debate que ya no puede postergarse: la necesidad de tratar el bienestar animal como un tema serio, urgente y humano.
Lo que se ha descubierto no es solo un cementerio improvisado. Es la prueba de una falla social. De una ausencia. De una herida que necesita justicia.