El festival que honra a los que ya no están: Oaxaca transforma sus cementerios en arte

El festival que honra a los que ya no están: Oaxaca transforma sus cementerios en arte

No se llora la muerte. Se celebra la vida.
Así se vive el Día de Muertos en Oaxaca, una ciudad donde cada 1 de noviembre los cementerios se iluminan con miles de velas y los altares florecen entre pan, mole y fotografías. Un lugar donde el recuerdo no se esconde, se honra.

Más de 100.000 personas se reúnen cada año en esta ciudad del sur de México para una de las celebraciones más emblemáticas del país. No es una feria ni una procesión religiosa al uso. Es un acto profundamente íntimo y colectivo, donde la muerte deja de ser temida y se convierte en invitada de honor.

El Panteón General y el cementerio de Xoxocotlán son los escenarios principales. Allí, familias enteras velan a sus seres queridos rodeadas de flores de cempasúchil, música de mariachis y platos tradicionales. La Velada —como se le conoce a esta noche especial— no es una despedida, sino un reencuentro.

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Doña Mercedes, artesana de 78 años, lo explica con sencillez: “Cuando ponemos una ofrenda, no lloramos su ausencia, les damos la bienvenida”.

Los altares se llenan de objetos simbólicos: agua, sal, velas, comida y fotos. Cada uno tiene un sentido. Son puentes entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

Además de la tradición familiar, el arte toma las calles. Las comparsas —procesiones con música, disfraces y alegría— recorren Oaxaca con esqueletos danzantes y La Catrina como protagonista. En las plazas, los tapetes de arena se convierten en obras efímeras que nos recuerdan que todo es pasajero… incluso la muerte.

Reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, esta celebración no solo atrae turismo, sino que nos ofrece una lección poderosa: la muerte no es el final, sino otra forma de estar presentes.

Oaxaca no teme a la muerte. Le pone una flor, una canción, un plato caliente. Y mientras las velas arden entre las tumbas, una certeza queda flotando en el aire: quien es recordado, nunca muere del todo.