Mientras familiares se despiden de sus seres queridos en el tanatorio de la Fuensanta en Córdoba, detrás de las puertas hay otra historia menos visible, pero igual de dura: la de un grupo de trabajadoras de limpieza que no ha cobrado su salario desde febrero. El problema ha llegado al límite, y Cecosam, la empresa municipal de cementerios, ha iniciado los trámites para penalizar a la adjudicataria del servicio, Mabraser.
A pesar de que Cecosam ha cumplido con sus pagos, la empresa no ha abonado los sueldos a su plantilla. Esto ha generado una cadena de consecuencias: falta de productos de limpieza, tensiones laborales, e incluso advertencias sobre posibles cierres de salas si no se resuelve el problema.
Desde el Ayuntamiento se han emitido múltiples requerimientos. Mientras tanto, para no paralizar el servicio, Cecosam ha entregado directamente los productos de limpieza a las empleadas, intentando paliar la situación. Aseguran que “han actuado dentro de su ámbito legal para mantener operativo el tanatorio”.
El conflicto no es nuevo. Mabraser ya está en el ojo del huracán por otra situación similar en centros educativos de la capital, donde también dejó a trabajadoras sin cobrar. La indignación crece, y el grupo municipal Hacemos Córdoba ha pedido explicaciones directas al alcalde José María Bellido, temiendo que la crisis se extienda a otros servicios funerarios.
El tanatorio es un espacio sensible. En él se vive el dolor con dignidad. Pero cuando quienes limpian, preparan y mantienen esos espacios no reciben su sueldo, esa dignidad se tambalea. Lo que ocurre en Córdoba es una llamada de atención: no se puede permitir que la última despedida de las personas ocurra en condiciones indignas por fallos en la cadena de gestión.
Cecosam ya ha activado el mecanismo para imponer las penalizaciones previstas por contrato. El proceso continúa, pero la urgencia sigue siendo la misma: cuidar no solo a quienes han partido, sino también a quienes trabajan cada día para hacerlo posible.