Familias afectadas por los destrozos en el cementerio de Grado: algunas aún no saben el estado de sus sepulturas

Familias afectadas por los destrozos en el cementerio de Grado: algunas aún no saben el estado de sus sepulturas

La tranquilidad del cementerio de Grado se vio alterada en los últimos días. Un fuerte temporal de viento ha causado destrozos en varias sepulturas, dejando un escenario desolador para quienes acuden al lugar a recordar a sus seres queridos. Cruces derribadas, materiales esparcidos y lápidas afectadas son algunas de las consecuencias visibles en la zona.

El punto más afectado se encuentra a pocos metros de la entrada, en una de las áreas más amplias y recientemente arregladas del camposanto. Allí, al menos cuatro tumbas han sufrido daños de diversa gravedad. Entre ellas, la que presenta los mayores desperfectos es la de la familia Del Río, donde la cruz de piedra que la coronaba se desplomó sobre la lápida, partiéndola.

Para esta familia, el impacto no es solo material, sino también emocional. En esa tumba descansa Modesta Alonso, una vecina muy querida de El Casal, cuyo nombre figura en una plaza del barrio como homenaje a su labor en el asociacionismo y la vida comunitaria de la zona. “Nosotros vamos a arreglarla, pero no sabemos si el resto de afectados ha visto cómo están las suyas y nos gustaría comunicarlo”, expresó un miembro de la familia Del Río a La Nueva España de Grado.

Las circunstancias del temporal que provocó los daños siguen siendo comentadas entre los vecinos. Los fuertes vientos, registrados al amanecer del viernes, podrían haber alcanzado gran intensidad o incluso generado un remolino en el interior del cementerio, según sugieren algunos por la manera en que quedaron esparcidos los escombros.

Todavía se desconoce si todas las familias propietarias de las tumbas afectadas han sido informadas de lo ocurrido. La preocupación crece entre quienes visitan regularmente el cementerio y observan los destrozos, con la incertidumbre de si otros propietarios ya han tomado conciencia de la situación.

Lo ocurrido deja una imagen poco habitual en el camposanto, que, más allá del deterioro físico, pone sobre la mesa una realidad menos visible: el valor emocional y simbólico que estos lugares representan para las familias, que ahora enfrentan la tarea de restaurar lo que el viento se llevó.