Ellie, una estudiante británica de 17 años que un día decidió que en sus ratos libres quería trabajar en una funeraria. Asegura que al principio se sentía «extraña y bastante abrumada», aunque eso ya no le pasa y disfruta de su nueva profesión.
Su testimonio es parte de un documental de la BBC sobre adolescentes que trabajan en la industria funeraria.
«Mi nombre es Ellie, tengo 17 años y cuando no estoy en el colegio trabajo en la industria funeraria. Mis amigos creen que estoy loca y cuando le cuento a la gente sobre mi empleo, tienen una reacción bastante extraña.
Pero yo me siento feliz de estar cerca de la muerte porque siempre me ha gustado ser diferente y esta industria es ciertamente distinta. Llegué a trabajar en esto porque hace un par de años un miembro cercano de mi familia se suicidó y yo encontré su cuerpo.
Aunque suene horrible, cuando encontré el cuerpo me interesé en la ciencia que hay detrás de la muerte y luego en los sonidos que había en la morgue cuando tuve que ir a identificarlo. Poco después del funeral, conseguí unas prácticas profesionales como pasante en una funeraria en Nottingham (en el Reino Unido) y me he estado entrenando ahí.
Hago cosas como contestar las llamadas de familiares desconsolados que quieren informar sobre la muerte de un ser querido o maquillar los cuerpos.
¿Cómo es tocar un cuerpo muerto? –Esa es una buena pregunta que nunca me había hecho antes. Al principio me sentía extraña y bastante abrumada, pero eso ya no me pasa. Los cuerpos muertos están muy fríos, cambia la textura de la piel y cada cuerpo se siente de un modo distinto. No me molesta para nada tocarlos y afortunadamente en raras ocasiones pienso en ellos cuando salgo del trabajo.
Mis amigos han tenido distintas reacciones. Algunos no quieren hablar para nada sobre el tema y otros me hacen muchas preguntas. Son muy comprensivos y piensan que es genial que haya encontrado algo que me encanta hacer y que me hace trabajar apasionadamente.
Me siento honrada por tener la posibilidad de cuidar a los seres queridos de otras personas y tratarlos con el respeto y cuidado que se merecen. Siempre he tenido la esperanza de que haya algún tipo de vida después de la muerte y que al menos el alma siga viviendo. Aunque trabajando en esta industria y viendo la dura realidad de la muerte todos los días, se me hace más difícil creer. «Supongo que algún día lo averiguaré».