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Actualizado: 23/04/2024
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Cinco cosas que no sabes del cementerio de San Miguel (Parte I)

Cinco cosas que no sabes del cementerio de San Miguel (Parte I)

Vía: Autor: Ana Pérez-Bryan / Diario Sur

Pasear por el Cementerio de San Miguel es hacerlo por la historia reciente de la Málaga de los siglos XIX y XX, además de un disfrute para el amante de la arquitectura y el arte. No en vano, este camposanto de estilo neoclásico fue incluido el año pasado en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz y es, junto con el Cementerio Inglés de la avenida de Pries, una joya imprescindible para conocer nuestro pasado más cercano. El lugar está lleno de detalles y curiosidades -algunas de ellas desconocidas- que mezclan vida eterna y terrenal a partes iguales… Aquí te contamos algunas de ellas.

¿Cuál es el verdadero origen del cementerio? El Cementerio de San Miguel se creó entre los años 1803 y 1804, pero la bendición del camposanto no tuvo lugar hasta 1810. Su fundación obedece, como la de otros tantos cementerios españoles, a que las autoridades de la época prohibieron seguir haciendo enterramientos en iglesias y conventos por una cuestión sanitaria.

En el caso concreto de Málaga, en aquella época hubo una epidemia de vómito negro (una complicación de la fiebre amarilla) y se decidió que a partir de ese momento los enterramientos se harían ‘extramuros’, es decir, fuera de la ciudad. A pesar de que la prohibición de enterrarse en iglesias y conventos era firme desde finales del siglo XVIII, la costumbre tardó en imponerse porque los usos funerarios de la época eran otros completamente distintos “y por más que los terrenos estuvieran bendecidos la gente quería el refugio de la iglesia”.

Así lo constata la historiadora Mar Rubio, responsable de la empresa cultural Cultopía (www.cultopia.es), quien además añade que también en este caso había clases: los ciudadanos más pudientes se enterraban en el altar mayor de la iglesia o en otro lugar de referencia, y a medida que iban descendiendo de clase social recibían sepultura en los alrededores del templo. En el caso de la Iglesia de los Mártires, por ejemplo, la entrada a ese otro cementerio coincidía con el lugar que ahora ocupa un conocido lugar de baños árabes.

¿Por qué la gente no quería enterrarse allí? La epidemia de vómito negro en Málaga marcó un antes y un después en estas costumbres porque las autoridades ya adivinaban los peligros de contagio, por eso los nuevos enterramientos comenzaron a celebrarse en el Cementerio de San Miguel, ubicado al norte y por aquel entonces bastante alejado de la ciudad. Sin embargo, los ciudadanos pusieron mucha resistencia a esta nueva forma de acceder a la vida eterna. En primer lugar porque no tenían el abrigo cercano de la iglesia, y además porque el terreno no estaba cerrado y los saqueadores de tumbas aprovechaban para hacerse con las pertenencias con las que se enterraba al fallecido, como relojes y alhajas.

¿La solución: los nichos-tapia de las cofradías? Al poco tiempo llegó la solución a esta falta de seguridad en el Cementerio de San Miguel. Pero una vez más, ésta tuvo que ser fruto del ingenio porque el Ayuntamiento de la época no tenía el dinero suficiente para vallar el recinto. Así, se llegó a un acuerdo inédito con las cofradías de la ciudad, que entre sus funciones sociales más importantes tenían la de enterrar a los hermanos, para que fueran creando la tapia con la instalación de sus nichos.

Es decir, estas pequeñas construcciones colocadas unas a continuación de otras fueron cerrando el espacio y, por tanto, terminando con los problemas de seguridad. Entre 1821 y 1829 se colocaron el grueso de los nichos, de modo que el Ayuntamiento sólo tuvo que instalar la puerta de entrada al camposanto una vez que el cierre fue completo. De hecho, aún se pueden ver algunos los restos de aquellos primeros nichos. También la placa en recuerdo de la primera cofradía que decidió sumarse a la solución: la de Viñeros. Con el paso de los años, en torno a finales del siglo XIX, las cofradías fueron vendiendo sus nichos y comenzaron a construirse panteones: allí están los de la Sangre, Mena (antes de la fusión de las hermandades del Cristo y la Virgen), Huerto o Ánimas de Ciegos.

¿Qué detalle esconde en la solería uno de los patios más antiguos? El camposanto original, que seguía el esquema de los cementerios monumentales, tenía en sus inicios cuatro patios. En la actualidad sólo se conservan dos (el 1 y el 3), ambos de forma rectangular, y en el primero de ellos se esconde un detalle singular si se contempla el suelo: “Si te fijas bien está hecho con trocitos de mármol, es decir, con los trocitos de las lápidas que dejaron de utilizarse”, desvela Mar Rubio. En efecto, el funcionamiento del cementerio no era excepcional: cuando se adquiría un nicho se pagaba por un periodo concreto de tiempo, y si no se renovaba los huesos iban a un osario y se aprovechaban las lápidas… para hacer el suelo. De hecho, si uno de fija puede identificar perfectamente en algunos tramos fechas y edades.

¿Por qué tuvo que cerrarse precipitadamente en 1987? El Cementerio de San Miguel, que a raíz de la lógica expansión de la ciudad dejó de ser algo lejano y acabó por convertirse en parte del barrio de Olletas y Capuchinos, dejó de hacer enterramientos en el año 1986 y fue clausurado el 31 de diciembre de 1986 a raíz de un decreto dictado por el alcalde de la época, Pedro Aparicio. En él, disponía textualmente “que a partir de las 0 horas del día 3 de enero de 1987, y salvo aquellos cadáveres que en ese momento se hallaren en los velatorios de los citados dos cementerios (San Miguel y San Rafael), no se produzca ningún enterramiento, ni se reciban cadáveres ni restos cadavéricos o anatómicos en las necrópolis mencionadas”.

La clausura definitiva llegó en julio de ese mismo año, y así permaneció durante una década para el levantamiento de los restos. En el año 2000 se aprobó un proyecto para realizar un parque contiguo al cementerio (el parque de San Miguel), construido sobre el espacio que antes ocupaba el patio civil y los patios 2º y 4º del camposanto. También se aprobó un proyecto de rehabilitación de los patios 1º y 3º, que han quedado como el testimonio de la parte monumental e histórica. Hoy, el camposanto se ha reconvertido en un columbario y han desaparecido la práctica totalidad de nichos y tumbas de alquiler.

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