La capacidad de la inteligencia artificial para recrear versiones digitales de seres queridos fallecidos está transformando nuestra relación con el duelo y el recuerdo. Empresas especializadas están utilizando herramientas avanzadas para capturar datos en vida de las personas y, posteriormente, crear avatares digitales que perpetúan su presencia más allá de la muerte.
La idea de ‘resucitar’ a personas a través de la tecnología no es nueva, pero ha cobrado un impulso significativo con el desarrollo de la IA generativa. En 2021, la campaña publicitaria con una recreación digital de Lola Flores dejó al público asombrado y abrió el camino a nuevas posibilidades. Ahora, empresas como Re;memory y StoryFile ofrecen servicios que permiten a los usuarios interactuar con avatares realistas de sus seres queridos, proporcionando consuelo y un sentido de continuidad.
Estas recreaciones están basadas en grabaciones y entrevistas extensas, utilizando tecnología avanzada como la de ‘DeepBrain AI’ para lograr una similitud impresionante con los fallecidos. La interacción va más allá de lo visual; los avatares pueden compartir fotos, recuerdos y hasta participar en conversaciones, manteniendo viva la conexión emocional.
Sin embargo, la promesa de una vida digital después de la muerte plantea interrogantes éticas y emocionales. Psicólogos advierten sobre el riesgo de que estas herramientas dificulten el proceso natural del duelo, atrapando a los individuos en un ciclo de nostalgia que impide la aceptación de la pérdida. La pregunta central es si la posibilidad de interactuar con un avatar de un ser querido ayuda a sanar o si, por el contrario, perpetúa el dolor.
Experiencias como la de ‘Meeting You’, un documental surcoreano que permitió a una madre interactuar con su hija fallecida en un entorno de realidad virtual, destacan las complejidades emocionales de estas tecnologías. Aunque el potencial de la IA para ofrecer consuelo es innegable, también subraya la necesidad de abordar cuidadosamente las implicaciones psicológicas de mantener lazos con quienes ya no están físicamente presentes.
La inteligencia artificial está redefiniendo los límites de la memoria y el legado humano, ofreciendo un canal para que los recuerdos perduren en el tiempo. A medida que estas tecnologías avanzan, la sociedad se enfrenta al desafío de integrar estas nuevas realidades de manera que enriquezcan, en lugar de complicar, nuestra experiencia humana de pérdida y recuerdo.