Después de diez años de intensas excavaciones en la necrópolis tumular preibérica de Almenara, Agramunt, los arqueólogos han revelado hallazgos que desafían las expectativas iniciales. Bajo la dirección de Andreu Moya de Iltirta Arqueologia, el equipo ha concluido la última campaña con descubrimientos que prometen reescribir parte de la historia local. Un descubrimiento sin precedentes ha capturado la atención de los expertos: una urna funeraria encontrada sin estar asociada a un túmulo, algo nunca antes documentado en este yacimiento.
Durante esta temporada, el equipo de arqueólogos ha trabajado incansablemente para desenterrar no solo esta urna, sino también restos de adobes quemados, que ofrecen pistas sobre las prácticas funerarias de la época. Estos materiales refuerzan la teoría de que las estructuras utilizadas para la cremación de los difuntos eran parcialmente desmanteladas tras el ritual, proporcionando una visión más clara de las costumbres funerarias preibéricas.
Este año marca el final de un proyecto de investigación de cuatro años financiado por la Generalitat, que ha permitido avanzar notablemente en el conocimiento de la necrópolis. A lo largo de la última década, desde la reanudación de los trabajos en 2015, el yacimiento ha pasado de ser un espacio casi olvidado a una referencia en la investigación arqueológica de la región. El esfuerzo continuo ha permitido delimitar mejor el espacio del yacimiento, descubrir nuevos túmulos y estudiar en detalle los procesos constructivos de estas sepulturas.
Con el fin de las excavaciones de 2025, no solo se celebra una década de descubrimientos, sino también el compromiso con la preservación del patrimonio histórico. El programa de restauración y consolidación ha avanzado, aunque aún queda trabajo por hacer. Solo dos de los ocho túmulos que requerían intervención han sido restaurados, destacando la necesidad de proteger estas estructuras expuestas a la intemperie.
Los hallazgos recientes sitúan la necrópolis de Almenara entre el Bronce Final y la Primera Edad del Hierro, entre los siglos IX y VI aC. Este contexto histórico ofrece un marco valioso para entender mejor la evolución de las prácticas culturales de la época.
Cada año, durante el Cap de Setmana Ibèric en octubre, el yacimiento abre sus puertas al público, permitiendo a los visitantes sumergirse en la rica historia de la región. Este esfuerzo no solo busca preservar el pasado, sino también inspirar a futuras generaciones a valorar y proteger su patrimonio cultural.