En el corazón del este de China, un descubrimiento arqueológico ha sacudido los cimientos de nuestra comprensión de las sociedades antiguas. En el yacimiento de Fujia, un equipo internacional de científicos ha desenterrado evidencia de comunidades matrilineales que florecieron hace 4.500 años. Este hallazgo, publicado en la prestigiosa revista Nature, ofrece una nueva perspectiva sobre la organización social durante la Edad de Piedra.
Los investigadores estudiaron restos óseos de más de 500 enterramientos, repartidos en dos cementerios situados a ambos lados de una antigua zona residencial. El análisis de ADN reveló una estructura social en la que todos los individuos pertenecían a uno de dos clanes, con la jefatura matriarcal como norma. Las personas eran enterradas junto a su linaje materno, una tradición que se mantuvo durante al menos diez generaciones.
El cementerio norte albergaba 14 individuos, todos compartiendo el mismo ADN mitocondrial, lo que indica una sola línea femenina. En el sur, aunque el ADN mitocondrial era distinto, también era común entre ese grupo. Curiosamente, los hombres mostraban una alta diversidad en los cromosomas Y, sugiriendo que los padres provenían de linajes diferentes, mientras las madres estaban emparentadas.
Este tipo de organización social es un fenómeno raro en el registro arqueológico. Solo tres casos previos han sido documentados mediante análisis genéticos, como en el Cañón del Chaco en Nuevo México y entre élites celtas en Alemania. Sin embargo, aún sobreviven sociedades matrilineales en el sudeste asiático.
El estudio también reveló matrimonios frecuentes entre parientes cercanos, una práctica común en comunidades pequeñas y cerradas. Aunque la mayoría de las uniones eran entre primos segundos o terceros, se detectaron al menos cuatro casos de uniones más cercanas.
Yu Dong, arqueólogo de la Universidad de Shandong, expresó su entusiasmo ante el descubrimiento de una sociedad matrilineal en la China neolítica. Este hallazgo no solo enriquece nuestra comprensión de las sociedades antiguas, sino que también ofrece una ventana al proceso de transición hacia comunidades más complejas.
La historia del yacimiento de Fujia es una invitación a reconsiderar las narrativas tradicionales sobre la evolución social. A través del ADN, estas comunidades nos hablan desde el pasado, recordándonos que la diversidad en la organización social ha sido una constante en la historia humana. Este descubrimiento nos desafía a explorar nuevas preguntas sobre cómo las sociedades han evolucionado y se han adaptado a lo largo del tiempo.