La policía francesa resuelve por accidente un robo mítico del cementerio de París

La policía francesa resuelve por accidente un robo mítico del cementerio de París

París guarda sus secretos en las esquinas menos esperadas. El último de ellos llevaba casi cuatro décadas oculto, sin que nadie sospechara su paradero. Se trata del busto de Jim Morrison, robado en 1988 de la tumba del legendario vocalista de The Doors, en el cementerio de Père Lachaise.

La escultura, obra del artista croata Mladen Mikulin, fue colocada en 1981 para conmemorar el décimo aniversario de la muerte de Morrison. No duró demasiado: apenas siete años después desapareció sin dejar rastro. El robo se produjo de noche, sin testigos, sin pistas y sin ningún indicio que permitiera seguir el rastro. Hasta ahora.

En una operación de registro rutinaria, la Brigada Financiera y Anticorrupción de la Policía de París irrumpió en el domicilio de un alto directivo acusado de falsificación de documentos contables. Entre informes y pruebas de papel, emergió una reliquia del rock: el busto grisáceo, cubierto de grafitis, con la nariz rota —probablemente cercenada por fanáticos que deseaban un “recuerdo” del mito—.

Las redes sociales de la Prefectura de Policía fueron el canal elegido para dar a conocer el inesperado hallazgo. No tardaron en llegar los comentarios de sorpresa, nostalgia e incredulidad. Morrison, cuya muerte en 1971 sigue envuelta en versiones contradictorias —oficialmente fue un paro cardíaco, aunque muchos apuntan a una sobredosis en una discoteca—, es aún hoy un icono venerado.

Pese a la recuperación, no se ha confirmado si el busto será devuelto a su emplazamiento original en Père Lachaise. La tumba de Morrison es una de las más visitadas del cementerio, a pesar de compartir terreno con figuras como Oscar Wilde, Chopin o Sarah Bernhardt.

El azar ha hecho lo que la investigación no logró en casi 40 años. El busto ha vuelto. Y con él, una parte del enigma eterno de Morrison.