Lo que debía ser una jornada de recogimiento y homenaje se convirtió en un momento de angustia. Varias familias quedaron encerradas en el cementerio general del distrito de Morales, Perú, después de acudir a visitar las tumbas de sus madres fallecidas por el Día de la Madre.
A las 17:30 horas, el vigilante cerró las puertas como indica el reglamento. Lo que no comprobó fue que aún había personas en el interior, rezando y dejando flores. Al intentar salir, se encontraron con los portones cerrados y sin salida posible.
Los atrapados pidieron ayuda, y agentes del Serenazgo acudieron al lugar. Sin embargo, el trabajador del cementerio se negó en un primer momento a abrir las puertas, alegando que su turno había terminado. Solo tras la insistencia del personal municipal accedió a liberarlos, no sin antes protestar y anunciar que presentaría un informe contra los propios agentes.
El incidente ha generado indignación entre los vecinos. Muchos critican la falta de sensibilidad y la rigidez excesiva de la administración. “No es solo una cuestión de normas, es de humanidad”, señaló una de las mujeres que quedó encerrada con sus hijos pequeños.
El suceso ha reabierto el debate sobre la gestión de los espacios públicos dedicados al duelo. Porque si hay un día en que la empatía debería primar sobre los horarios, ese es el Día de la Madre.