En Dinamarca, los cementerios enfrentan una crisis inesperada. Lo que comenzó como una elección personal para algunos ciudadanos está evolucionando hacia un fenómeno que amenaza la sostenibilidad económica del sector funerario: el auge de las cremaciones y el esparcimiento de cenizas.
Dennis Andersen, gerente de Svendborg Kirkegårde, lo expresa con franqueza: “Si el número de depósitos de ceniza sigue aumentando, podría afectar seriamente nuestras finanzas”. Tradicionalmente, los cementerios habían contado con un monopolio natural: el entierro en tumbas o nichos. Sin embargo, la creciente preferencia por opciones más económicas y simbólicas, como la dispersión de cenizas en el mar, está transformando el panorama.
El cambio responde a varios factores: menor coste, menor mantenimiento y una percepción de mayor libertad. Pero para los gestores de cementerios, supone perder ingresos vitales que permiten mantener las instalaciones y ofrecer servicios de calidad.
La liberalización del sector ha acentuado esta tendencia. Lo que antes era una decisión aislada, hoy es una corriente imparable. El caso de Dinamarca podría ser un aviso para otros países donde la cremación también gana terreno.
