En Isla Cristina, Huelva, un suceso inesperado ha roto la paz de un lugar sagrado. Cincuenta lápidas han sido vandalizadas en los dos cementerios del municipio. El motivo: robar objetos de bronce, especialmente jarrones. El daño, más allá de lo material, ha dejado un profundo impacto emocional en muchas familias.
El suceso ocurrió hace unas dos semanas. Aunque el valor económico del robo ronda los 5.000 euros, el daño simbólico ha sido incalculable. Para muchas personas, visitar las tumbas de sus seres queridos es un acto íntimo de memoria y respeto. La irrupción de este delito ha removido la tranquilidad de un espacio que, hasta ahora, se consideraba inviolable.
“Esto nunca había pasado aquí”, afirma Isabel López, concejal de Cementerio, Servicios Generales y Participación Ciudadana. “Nadie espera que un lugar tan respetado sea profanado de esta forma. La gente va cada día a cuidar, a recordar, y se ha sentido profundamente dolida”.
El Ayuntamiento ha actuado con rapidez. Primero, reparando los desperfectos causados al intentar arrancar los elementos de bronce. Después, interponiendo la denuncia correspondiente ante la Guardia Civil. Y ahora, toma una medida sin precedentes: instalar cámaras de vigilancia en ambos camposantos.
“No creímos nunca que un cementerio necesitara vigilancia. Debería bastar con el respeto”, reflexiona López. Pero el dolor colectivo y la necesidad de prevenir nuevos actos han llevado a esta decisión.
El consistorio espera que estas medidas disuasorias frenen futuros incidentes. Mientras tanto, el municipio sigue conmocionado. Porque en los cementerios no solo descansan restos, sino también las emociones y los recuerdos de quienes siguen viviendo.
