El dolor de enterrar a un ser querido es inmenso, pero hacerlo dos veces resulta desgarrador.
Eso fue lo que vivió Jani Kainulainen, un finlandés de 40 años, junto a sus hermanos cuando, en enero de 2014, se disponían a dar el último adiós a su madre en el cementerio de Könönpelto. Todo estaba listo para que el féretro descansara junto al de su esposo, como era el deseo de la familia. Sin embargo, al llegar al lugar del entierro, notaron algo desconcertante: el ataúd estaba siendo dirigido hacia otra parte del cementerio.
En medio del desconcierto, decidieron seguir con la ceremonia. No querían hacer del momento algo aún más doloroso. Sin embargo, una vez terminado el entierro, los hermanos se pusieron en contacto con la iglesia para entender qué había sucedido. La respuesta fue tan sorprendente como frustrante: se trataba de un error del sepulturero. Nadie supo explicar exactamente qué falló en el proceso, pero lo cierto es que la madre de Kainulainen no había sido enterrada en el lugar correcto.
Dos días después, se les informó que el ataúd sería trasladado a la tumba correspondiente. Sin embargo, ninguno de los hermanos pudo soportar la idea de presenciar de nuevo el entierro de su madre. «Fue muy difícil enterrarla dos veces», relató Jani al medio finlandés Iltalehti, quien recogió su testimonio en una encuesta sobre experiencias en cementerios.
Lo más insólito de la historia llegó cuando la congregación quiso compensar el error: “Nos dieron un pequeño descuento”, comentó Jani, todavía incrédulo ante la situación.
Aunque la madre de Kainulainen finalmente descansó en el lugar que correspondía, el episodio dejó una marca imborrable en la familia. Enterrar a un ser querido ya es un proceso doloroso, pero tener que repetirlo por un error logístico lo hace aún más difícil de sobrellevar.
