Era una tarde como cualquier otra en Barbate, hasta que el último adiós de una familia quedó envuelto en sombras, iluminado solo por las linternas de los móviles. El pasado 4 de enero, un entierro en el cementerio de la localidad tuvo que realizarse sin iluminación eléctrica, un episodio que no tardó en convertirse en tema de conversación y controversia.
Los asistentes llegaron al cementerio al filo de la noche, pero la falta de luz solar y la carencia de suministro eléctrico en el recinto hicieron que el acto se tornara casi surrealista. Sin embargo, las versiones sobre lo ocurrido difieren. Mientras algunos afectados culpan directamente al Obispado de Cádiz y Ceuta, que ha gestionado el cementerio desde 2023, otras voces aseguran que el verdadero motivo fue un retraso en la llegada del féretro, atribuido a la funeraria. Según fuentes locales, la comitiva debía estar en el cementerio a las 18:30, pero no llegó hasta las 19:15, cuando ya la oscuridad había caído por completo.
La falta de electricidad en el cementerio no es un incidente aislado. Vecinos de la zona explican que desde octubre se han registrado averías continuas que afectan no solo al camposanto, sino también a viviendas y comercios en la carretera que conecta Barbate con Vejer. No obstante, el Obispado ha sido objeto de duras críticas durante su gestión, marcada por cambios en los horarios, un supuesto aumento en las tarifas y un ambiente de descontento generalizado.
Desde el Obispado, las explicaciones no se han hecho esperar. Argumentan que el cementerio ha empezado a incorporar placas solares para mejorar la situación y que, en este caso concreto, el entierro a oscuras se debió únicamente al retraso del servicio funerario. Además, recalcan que, según la normativa, no se pueden realizar enterramientos sin la documentación correspondiente, lo que habría contribuido a la espera.
Por otro lado, muchos vecinos y familiares no han dudado en señalar que este episodio es solo un ejemplo más de los problemas que han enfrentado desde que el cementerio pasó de ser gestionado por el Ayuntamiento al Obispado. Entre las quejas más recurrentes destacan el incremento de tarifas en servicios como el mantenimiento de nichos y la manipulación de lápidas, que, según los críticos, llegaron a duplicarse en comparación con años anteriores.
A pesar de las tensiones, el futuro del cementerio parece estar en vías de cambio. Según fuentes municipales, la gestión del recinto volverá al Ayuntamiento en las próximas semanas tras la firma de un convenio en diciembre. Esta decisión podría poner fin a dos años de protestas, que desde el Obispado consideran en parte injustificadas.
Mientras tanto, el episodio del entierro a oscuras sigue resonando entre los vecinos como un recordatorio de los desafíos que enfrentan quienes solo buscan despedir a sus seres queridos con dignidad y paz.