El sol también brilla para los que ya no están
En Valencia, los cementerios ya no son solo lugares de descanso eterno; ahora también son faros de sostenibilidad y solidaridad. A través del innovador proyecto ‘Requiem in Power’ (RIP), la ciudad ha instalado paneles solares sobre nichos y tumbas para generar energía limpia que beneficiará tanto a familias en situación de vulnerabilidad como a edificios municipales. Este paso audaz no solo alivia el gasto energético de la ciudad, sino que también reduce la huella de carbono en más de 1.000 toneladas anuales.
Cuando el más allá impulsa al aquí y ahora
Todo comenzó con una visión: aprovechar el espacio de los cementerios para algo más que guardar memorias. En el cementerio de Campanar, por ejemplo, 375 paneles solares ya están produciendo energía suficiente para alimentar a cientos de hogares. Otros cementerios, como Benimàmet y el Grau, están siguiendo este ejemplo, con instalaciones de 259 y 176 paneles respectivamente. Cuando todos los camposantos estén operativos, las 6.600 placas solares distribuidas en cinco cementerios generarán un total de 2.800 kWp anuales.
Pero lo más conmovedor de este proyecto es su impacto social: el 25% de la energía producida se destinará a hogares en situación de vulnerabilidad, seleccionados por los Servicios Sociales. El resto permitirá reducir el gasto en edificios públicos, como escuelas o centros sanitarios.
Más que energía: un mensaje para el futuro
Aunque pueda parecer extraño imaginar cementerios como centros de energía renovable, esta iniciativa ha capturado la imaginación de los valencianos. Además de ahorrar en energía y proteger el medio ambiente, el proyecto simboliza algo más profundo: incluso en los lugares más insospechados, hay posibilidades de transformar la realidad para mejor.
El proyecto cuenta con un presupuesto de 3,2 millones de euros y se enmarca en la preparación de Valencia como Capital Verde Europea 2024. Más allá de la logística, la apuesta por ‘Requiem in Power’ también invita a reflexionar. Como dice una vecina de la ciudad: “Es casi poético pensar que los que ya no están sigan ayudándonos, incluso iluminando nuestras vidas”.
Un adiós al pasado, un paso hacia el futuro
Este proyecto es un ejemplo claro de cómo la innovación puede encontrar espacio incluso en los lugares más solemnes. Valencia está demostrando que no hay límites para el cambio cuando hay compromiso y creatividad. Quizá, en unos años, lo que empezó como un experimento local inspire a otras ciudades a mirar sus cementerios no solo como lugares de descanso, sino como puentes hacia un futuro más sostenible.