En junio de 2024, Málaga marcó un antes y un después al inaugurar el primer cementerio público para animales de compañía en España. Ubicado en el Cementerio San Gabriel de Parcemasa, este espacio ha sido creado para dar un descanso eterno a quienes, durante su vida, fueron más que mascotas: compañeros fieles, parte de la familia. Aunque se trata de una iniciativa única en el país, los primeros meses han sido discretos en cuanto a acogida ciudadana, con 82 servicios prestados en medio año.
Una despedida con dignidad
Desde su apertura, 61 perros, 18 gatos y 3 conejos han encontrado aquí su lugar de descanso, a través de 62 incineraciones y 20 enterramientos. El cementerio no solo ofrece un espacio físico para despedir a los animales, sino también una atención integral a las familias en duelo. Un equipo de psicólogos proporciona apoyo gratuito en el proceso, ayudando a los dueños a gestionar una pérdida que puede ser tan dolorosa como la de cualquier otro ser querido.
“Queremos que este servicio sea un apoyo real en un momento tan complicado”, explica un portavoz de Parcemasa, subrayando la importancia de ofrecer un entorno de respeto y cuidado emocional.
El reto de llegar a más personas
A pesar del carácter innovador del proyecto, su inicio ha sido moderado. La concejala de Sostenibilidad Medioambiental, María Penelope Gómez, admite que están satisfechos con los primeros pasos, aunque esperan un aumento en el uso del servicio a lo largo del próximo año. Para lograrlo, el Ayuntamiento de Málaga trabaja en iniciativas para difundir este recurso entre los ciudadanos y consolidarlo como una opción conocida y aceptada.
Un referente nacional
El cementerio no solo está destinado a los habitantes de Málaga. Su singularidad ha atraído a familias de otras provincias andaluzas como Córdoba, Granada y Jaén, que han acudido a este lugar pionero para rendir homenaje a sus animales de compañía.
El primer cementerio público de animales en España es más que un espacio para el adiós: es un proyecto que busca transformar la manera en que despedimos a nuestras mascotas, con dignidad, respeto y un profundo sentido de comunidad. Aunque su impacto inicial ha sido discreto, todo apunta a que esta iniciativa innovadora se convertirá en un modelo a seguir en el resto del país.