Era un día como cualquier otro para los trabajadores del tanatorio de Son Valentí en Palma, pero lo que ocurrió este viernes cambiará para siempre sus vidas. Mientras preparaban el cuerpo de una mujer declarada muerta unas horas antes en el Hospital Joan March, algo inaudito sucedió: la mujer comenzó a moverse. El asombro inicial dio paso al pánico. ¿Cómo era posible?
El desconcierto no tardó en convertirse en acción. Con rapidez, alertaron a los servicios de emergencia. En cuestión de minutos, dos ambulancias llegaron al lugar, y los sanitarios confirmaron lo increíble: la mujer estaba viva y tenía pulso. Así, fue trasladada nuevamente al hospital, donde quedó ingresada en estado crítico.
Sin embargo, esta sorprendente segunda oportunidad en la vida fue breve. Apenas 24 horas después, el sábado por la noche, la paciente falleció finalmente en el mismo hospital que días antes había certificado erróneamente su muerte.
Este caso ha sacado a la luz un término médico poco conocido pero fascinante: el síndrome de Lázaro, una rara condición en la que la circulación de una persona vuelve espontáneamente tras fallidos intentos de reanimación. Aunque su ocurrencia es extremadamente infrecuente, el error que permitió que la paciente fuese declarada muerta y trasladada al tanatorio ha generado una avalancha de preguntas.
La familia, que ya había comenzado a procesar el dolor de la pérdida, tuvo que enfrentarse al inusual anuncio de que su ser querido seguía con vida, solo para despedirse de ella nuevamente en menos de un día. La situación no solo causó un impacto emocional devastador, sino que también puso en evidencia fallos en los procedimientos médicos y administrativos.
El Hospital Joan March ha iniciado una investigación para esclarecer cómo se produjo este error y para depurar responsabilidades. También ha anunciado que reforzará los protocolos para garantizar que este tipo de incidentes no se repitan.
Aunque el caso es extraordinario, expertos señalan que la tecnología actual debería ser suficiente para evitar errores de esta naturaleza. Sin embargo, el suceso deja abierta una pregunta inquietante: ¿cómo pudo pasar?