Funsegur
Gesmemori

Un sarcófago romano revela huellas humanas de hace 1.700 años en un ritual funerario con yeso

Un sarcófago romano revela huellas humanas de hace 1.700 años en un ritual funerario con yeso

No es una inscripción solemne ni una estatua monumental lo que ha permitido asomarse a la intimidad de la muerte en la Roma tardía. Ha sido algo mucho más sencillo y, precisamente por eso, más conmovedor: la marca de unos dedos humanos impresos en yeso hace casi 1.800 años.

El hallazgo se ha producido en York, en el norte de Inglaterra, la antigua ciudad romana de Eboracum. Allí, un equipo de la Universidad de York ha reabierto el estudio de un sarcófago descubierto en el siglo XIX y que hasta ahora apenas había sido analizado. Al retirar cuidadosamente los restos de yeso que cubrían el interior del ataúd, apareció un detalle inesperado: huellas dactilares perfectamente visibles, arrastradas sobre la superficie endurecida.

Estas marcas forman parte de una práctica funeraria poco común que se desarrolló en esta región del Imperio entre los siglos III y IV d.C. Los cuerpos, ya vestidos y amortajados, eran colocados en ataúdes de piedra o plomo y cubiertos con una mezcla de yeso líquido. Al secarse, el material conservaba la forma del cuerpo, los pliegues de la ropa e incluso los objetos personales.

elfunerariodigital

Lo que ahora se ha podido confirmar es que, en algunos casos, ese yeso no se vertía simplemente, sino que se aplicaba a mano, como una pasta espesa. Las huellas descubiertas corresponden a ese gesto: dedos que alisan, presionan y moldean el material alrededor del cadáver. Un contacto directo y deliberado que contrasta con la distancia ritual habitual en los enterramientos romanos conocidos.

El sarcófago estudiado destaca por su extraordinario estado de conservación. Las marcas son tan claras que los investigadores han podido analizarlas mediante escaneado en 3D, identificando incluso la posición y el movimiento de la mano. El proyecto, conocido como Seeing the Dead, no descarta que el propio yeso conserve restos de ADN, lo que permitiría saber más sobre la persona que realizó ese último gesto: su sexo biológico o una posible relación con el difunto.

En Yorkshire se han documentado más de 70 enterramientos con yeso, pero este caso aporta una dimensión nueva. No se trata solo de una técnica funeraria singular, sino de una forma distinta de relacionarse con la muerte. El cuerpo no se depositaba sin más: se cubría, se protegía y se sellaba con un material que lo convertía en una presencia casi escultórica bajo tierra.

Más allá de su valor científico, el hallazgo destaca por su carga humana. Esas huellas no fueron pensadas para perdurar. Son el resultado de una despedida silenciosa, de una última caricia anónima que el tiempo decidió conservar. Y hoy, siglos después, nos recuerdan que incluso en el mundo romano, la muerte también se tocaba con las manos.

Scroll al inicio