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Réquiem conmueve Sevilla en una presentación artística única en el camposanto

Réquiem conmueve Sevilla en una presentación artística única en el camposanto

Quienes estuvieron allí hablan de un momento difícil de clasificar.
No era exactamente un recital, tampoco una performance al uso.
Más bien, una especie de ceremonia donde la palabra, la memoria y el arte se dieron la mano en un lugar donde normalmente reina el silencio: el Cementerio de San Fernando.

La escena empezó a tomar forma cuando el poeta funerario Vicente Ferez apareció entre los paseos del camposanto.
Su presencia no era casual.
Sevilla se ha convertido en la nueva parada de una ruta poética que el autor está llevando por distintos cementerios de España, un proyecto que busca convertir el duelo en expresión artística y devolver la poesía a los espacios donde el tiempo parece detenido.

Pero lo que ocurrió este sábado fue mucho más que una escala en su recorrido.
Ferez decidió transformar el cementerio en un escenario vivo.
Sin anunciarlo con grandes gestos, comenzó a repartir flores entre los asistentes, una a una, como si cada entrega fuera un pequeño acto de memoria compartida.
Otras flores fueron depositadas sobre varias sepulturas, en un gesto silencioso que convirtió cada paso en un homenaje.

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En el centro del recinto preparó una mesa de luto.
No una mesa cualquiera, sino un altar poético cuidadosamente decorado con velas, rosas e incienso.
A partir de ese instante, el Cementerio de San Fernando dejó de ser únicamente un lugar de descanso para convertirse en un espacio ritual cargado de simbolismo.

Desde ese altar improvisado recitó versos escritos para los difuntos sevillanos.
La voz del poeta, acompañada por el aroma del incienso y la luz temblorosa de las velas, creó una atmósfera íntima que atrapó a quienes escuchaban.
No hubo artificios ni grandes efectos.
Solo palabras que parecían acomodarse, sin prisa, en el aire del atardecer.

El público, compuesto por curiosos, amantes de la poesía y visitantes del cementerio, quedó envuelto en un clima de recogimiento y sensibilidad artística.
Muchos describieron la experiencia como “única”, otros como “un estremecimiento tranquilo”, pero todos coincidieron en que aquel instante dejó una huella inesperada.

La presentación de Réquiem no fue simplemente la lectura de una obra.
Fue una invitación a mirar los cementerios desde otro ángulo, como espacios donde el arte también tiene cabida.
Un acto íntimo y poderoso que el Cementerio de San Fernando no había acogido nunca y que, difícilmente, quedará en el olvido.

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