En A Coruña, el proceso de despedirse de un ser querido se ha vuelto más complicado debido a los largos tiempos de espera para enterrar cenizas. Este trámite, que ha ganado popularidad en los últimos años, enfrenta demoras que pueden ser dolorosas para las familias. En este contexto, las funerarias advierten que el mes de noviembre, con el Día de Difuntos, acentúa el problema, pues los cementerios municipales se saturan preparando sus instalaciones.
Las familias que optan por la cremación se enfrentan a un cuello de botella, ya que los cementerios solo abren sus nichos para enterrar cenizas de lunes a viernes, de 9:00 a 10:00 horas. Con hasta veinte cremaciones semanales, la capacidad se ve rápidamente desbordada, lo que complica la situación en camposantos como San Amaro.
Inés Rey, alcaldesa de A Coruña, ha manifestado su comprensión hacia las familias afectadas, reconociendo que los tiempos tan dilatados son difíciles de soportar. En respuesta, el Ayuntamiento trabaja para agilizar los procesos y aumentar el número de ceniceros disponibles, lo que podría aliviar las tensiones actuales.
A diferencia de los cementerios municipales, los parroquiales permiten enterrar cenizas más libremente, ya que los enterradores tienen horarios más flexibles. En estos lugares, las familias pueden decidir cuándo realizar el sepelio, sin las restricciones horarias impuestas en los cementerios municipales.
La creciente preferencia por la cremación, acelerada durante la pandemia, ha superado a los entierros tradicionales. Sin embargo, el protocolo actual da prioridad a los cuerpos, dejando a las cenizas en un segundo plano. Esta situación genera frustración tanto en las familias como en las funerarias, que deben gestionar las quejas y lidiar con las limitaciones de su margen de acción.
Algunas funerarias han comenzado a instalar columbarios para ofrecer un lugar temporal donde depositar las cenizas mientras se esperan los trámites. La falta de disponibilidad de ceniceros en cementerios como Feáns y San Amaro ha llevado a la creación de estos espacios en tanatorios como el de A Palloza. Estos columbarios no solo ofrecen un espacio de recuerdo, sino que también actúan como una red de salvación en caso de retrasos prolongados.
Para las familias, estos retrasos pueden ser especialmente dolorosos, ya que el proceso de duelo se alarga innecesariamente. María, una residente de Madrid, no podrá asistir al entierro de su padre debido a los tiempos de espera y las limitaciones de viaje. Cristina, otra afectada, recuerda cómo sus tíos no pudieron asistir al entierro de su padre debido a la demora en abrir el nicho.
Mientras las cenizas de sus seres queridos esperan en el tanatorio, las familias se aferran a la esperanza de que el proceso se agilice pronto. La espera, que puede extenderse hasta 20 días, añade una carga emocional adicional en un momento ya de por sí difícil. Las autoridades locales, conscientes de la gravedad del problema, trabajan para encontrar soluciones que alivien este prolongado adiós.




