¿Se puede morir dos veces? Un viaje al filo de la vida y la ciencia
La línea entre la vida y la muerte ha sido, desde tiempos inmemoriales, un misterio que ha cautivado la mente humana. Desde el soplo final hasta lo que algunos llaman experiencias cercanas a la muerte, surgen interrogantes sobre la verdadera barrera que separa ambos dominios de la existencia. ¿Es posible, realmente, morir dos veces?
Imaginemos una escena que podría salir de una novela de misterio: un hombre yace, inmóvil, en la fría camilla de la sala de emergencias. Los monitores, que anteriormente registraban un pulso, ahora emiten una línea recta… hasta que, de repente, esos mismos monitores cobran vida nuevamente, registrando un retorno latente al vital latido del corazón. ¿Está volviendo de un viaje al más allá? ¿Ha muerto realmente?
Aquí es donde comienza la fascinante intersección entre ciencia y mito. En términos biológicos, la muerte se define de manera operativa como el cese irreversible de todas las funciones cerebrales. Dicho esto, los avances médicos han cambiado la narrativa de la ‘irreversibilidad’. Técnicas de resucitación, desfibriladores y tecnología sofisticada han logrado, en circunstancias milagrosas, devolver a las personas de la preocupación liminal que la muerte representa.
Abordemos primero el fenómeno de las experiencias cercanas a la muerte (ECM), un área repleta de testimonios que transitan entre la ciencia y lo mágico. Visiones de túneles iluminados, encuentros con seres queridos fallecidos o experiencias fuera del cuerpo son descripciones comunes por parte de aquellos que han estado, literalmente, al borde de la muerte. La ciencia ofrece explicaciones más terrenales: dichas experiencias pueden atribuirse a hipoxia, el aumento de dióxido de carbono o, incluso, a la liberación de endorfinas. Sin embargo, el elemento subjetivo y profundamente personal de estas experiencias alimenta el enigma.
Por otro lado, el concepto de “morir dos veces” toca aspectos legales y clínicos. En lo legal, un certificado de defunción define el momento preciso de la muerte. Sin embargo, existen anécdotas —rara vez documentadas— de personas declaradas legalmente muertas que más tarde han mostrado signos vitales. Aunque fascinantes, estos casos suelen ser ventajosos errores médicos más que regresos espectaculares desde el más allá.
Si bien el debate continúa, es crucial separar los mitos de lo que se deriva empíricamente posible. Las rupturas culturales, llenas de creencias y supersticiones, han coloreado históricamente la percepción de la muerte. Desde vampiros que resurgen de la tumba hasta leyendas urbanas de ataúdes con campanas para quienes “despiertan” post mortem, estas historias, aunque intrigantes, no se sostienen en el ámbito académico.
Al final de este viaje a través del fino velo que divide la vida y la muerte, emerge una conclusión racional. Aunque nuestra comprensión se amplía a medida que la ciencia evoluciona, la realidad física de la muerte, tal como la conocemos hoy, sugiere que el cuerpo humano, una vez exento de vida y declarado muerto, no resucitará “dos veces” en un sentido literal. Sin embargo, las historias de quienes han estado en la antesala de la muerte y han retornado siguen inspirando nuestro interés y cautiva la maravilla de lo que sigue siendo, en gran medida, un misterio para la humanidad.
En esencia, más que morir dos veces, lo que estas experiencias nos recuerdan es la fragilidad y, simultáneamente, la resiliencia de la vida misma, elevando la apreciación de cada latido del corazón y cada respiración profunda que la acompaña.




