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La vida entre la violencia: funerarios de Sinaloa en el epicentro del conflicto

La vida entre la violencia: funerarios de Sinaloa en el epicentro del conflicto

En Sinaloa, un estado asolado por la violencia del narcotráfico, la rutina de los trabajadores funerarios se ha convertido en una carrera contra la muerte. Ramón Soto, al llegar a una escena de crimen, se enfrenta a una realidad desgarradora. La víctima está tendida en el suelo, un cartel del cártel amenaza con seguir cobrando vidas, y una mujer solloza desconsoladamente. Sin embargo, Soto, con una calma que solo otorgan los años en su oficio, se limita a confirmar el fallecimiento y ofrece sus servicios a los familiares. Es una imagen que se repite una y otra vez en un estado donde el conflicto entre facciones rivales del Cártel de Sinaloa y la ofensiva gubernamental han cobrado la vida de miles.

Para los treinta trabajadores funerarios en Culiacán, la capital de Sinaloa, el trabajo de trasladar cuerpos se ha intensificado. Josué Nahum García, quien lleva 14 años en la Funeraria San Martín, describe la angustia de vivir junto a la muerte todos los días. En septiembre, él y sus compañeros recuperaron 262 cuerpos, la mitad de ellos, víctimas de homicidios violentos. García narra cómo, a veces, parece insensible al horror que enfrenta, pero hay días en que el peso de la tragedia lo abruma, como aquella vez cuando encontró a una familia asesinada dentro de un coche. Al llegar a casa, se encerró en el baño y lloró en silencio, para que su familia no lo escuchara.

Pese a la carga emocional, los funerarios encuentran un propósito en su labor. Germán Sarabia, quien se encarga de embalsamar cuerpos, encuentra consuelo cuando los familiares agradecen porque el fallecido parece estar en paz. En un entorno donde la violencia es parte del paisaje diario, estos trabajadores ofrecen un poco de dignidad a las familias que lidian con el dolor de la pérdida, convirtiéndose en una parte esencial de una comunidad que lucha por encontrar sentido en medio del caos.

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Así, en el corazón de Sinaloa, donde la guerra del narco dibuja un futuro incierto, los funerarios continúan con su labor, día tras día, entrelazando el dolor ajeno con el suyo propio, intentando dar un respiro a quienes quedan atrás.

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