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Cáceres despide a su guía más gótico: el cronista que enseñó a mirar los cementerios con otros ojos

Cáceres despide a su guía más gótico: el cronista que enseñó a mirar los cementerios con otros ojos

Hay quienes pasean por las calles de una ciudad para conocer su historia, y otros que prefieren escucharla en silencio, entre mármoles, cipreses y epitafios. Fernando Jiménez Berrocal, cronista oficial de Cáceres, pertenece a los segundos. Durante más de una década ha guiado a centenares de visitantes por el cementerio viejo de la ciudad, un lugar donde las fechas y los nombres tallados en piedra hablan más que muchos libros.

Este año, las Jornadas Góticas —organizadas por Norbanova y Letras Cascabeleras— han querido rendirle homenaje. No solo por su labor como historiador y archivero, sino por haber convertido una ruta funeraria en una experiencia cultural y emocional que ha acercado a muchos a la historia íntima de Cáceres. En el acto, celebrado el pasado viernes, se le agradeció su entrega y su entusiasmo, justo cuando estas jornadas, dedicadas este año al universo de H.P. Lovecraft, se preparan para despedirse.

Y quizá también sea la última visita guiada de Jiménez Berrocal. Aunque él, con la serenidad de quien ha pasado años entre legajos y lápidas, prefiere pensar que el proyecto aún puede continuar. «Es una actividad que da identidad a la ciudad», comenta. «Combina historia, cine, poesía y música. Sería una pena que se perdiera».

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El próximo domingo 16 de noviembre, a las diez de la mañana, volverá a recorrer el cementerio con un centenar de asistentes. Les hablará de los orígenes del camposanto, inaugurado en 1843, cuando Cáceres empezó a enterrar a sus vecinos fuera del casco urbano. Les explicará cómo el crecimiento de la ciudad obligó a sustituir los enterramientos en tierra por nichos, y cómo entre los muros aún se conserva una capilla con restos del antiguo convento de la Concepción.

Durante el paseo, las lápidas se convierten en documentos, los epitafios en relatos y los mausoleos en capítulos de una memoria colectiva. «Los visitantes se emocionan al reconocer apellidos, historias o símbolos que pertenecen a su propia familia. Es un reencuentro con quienes nos precedieron», dice el cronista.

El auge del necroturismo no es casual. Cada vez más personas buscan comprender una ciudad a través de sus cementerios, esos “archivos de piedra” donde el tiempo no borra, solo escribe con calma. Y en Cáceres, pocos saben leer esas páginas como Fernando Jiménez Berrocal.

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