La ciudad de Palma se asegura un futuro firme en la gestión de sus servicios funerarios. Belén Soto, presidenta de la Empresa Funeraria Municipal (EFM), ha confirmado que el cementerio municipal tiene capacidad garantizada para los próximos diez años. Este logro se debe a la disponibilidad de unidades, la finalización de concesiones y la implementación de nuevos proyectos que reflejan la evolución en las costumbres funerarias.
El incremento en el número de incineraciones es notable. Desde 2007 hasta 2024, estas han aumentado un 52,8%, mientras que las inhumaciones han disminuido un 22,6%. Carlos Martínez de Tejada, gerente de la Funeraria, subraya la importancia de adaptarse a estas tendencias, lo que ha llevado al desarrollo de ‘El bosque de la Vida’, un proyecto innovador para esparcir cenizas de manera ecológica. Este espacio contará con 314 árboles donde las cenizas, previamente sometidas a compostaje, se depositarán en urnas de barro, contribuyendo así a un entorno más sostenible.
Además, el cementerio municipal de Palma ofrece facilidades para los entierros musulmanes. La zona conocida como ‘Jardí del Islam’ dispone de 39 sepulturas y un osario, habiendo realizado 79 inhumaciones desde 2009. Esto refleja un compromiso con la diversidad religiosa y la inclusión.
En cuanto a las ceremonias, solo el 1,07% de los servicios en los tanatorios de Son Valentí y Bon Sosec son religiosos, destacando una tendencia hacia ceremonias civiles y personalizadas, aunque estos datos no incluyen servicios realizados fuera de la isla.
Un proyecto adicional del Ajuntament de Palma es recuperar el nombre original del cementerio municipal, conocido popularmente como Son Valentí, para reinstaurar su denominación histórica: Son Tril·lo. Esta iniciativa busca preservar la identidad y el legado cultural del lugar.
Palma está mostrando cómo la tradición y la innovación pueden coexistir en la gestión funeraria, asegurando que las prácticas modernas respeten el pasado y se adapten a las necesidades presentes y futuras de su comunidad. La planificación estratégica de la EFM no solo garantiza espacio suficiente, sino que también promueve prácticas sostenibles y respeta la diversidad cultural y religiosa de la ciudad, marcando un ejemplo de gestión eficaz y sensible.




