Desgarradora protesta en Holguín evidencia el colapso de los servicios funerarios en Cuba

Desgarradora protesta en Holguín evidencia el colapso de los servicios funerarios en Cuba

En el tranquilo barrio del Reparto Luz, en la ciudad de Holguín, Cuba, un episodio conmovedor y desesperante sacudió a la comunidad. Una familia vivió un calvario de más de 15 horas esperando a que las autoridades recogieran el cuerpo de su familiar fallecida. La anciana murió en su hogar pasada la medianoche, pero fue a las tres de la tarde del día siguiente cuando la desesperación llevó a familiares y vecinos a sacar el cadáver a la entrada de la casa, en un acto de protesta.

Las imágenes que circularon en redes sociales mostraron escenas desgarradoras: la hija de la difunta abrazando el cuerpo de su madre, mientras los vecinos expresaban su frustración. «Aquí no ha venido nadie del gobierno», denunciaba una mujer, mientras otra lamentaba entre lágrimas la falta de recursos para quienes no tienen dinero en el bolsillo.

Este caso, que se viralizó rápidamente en Internet, se convirtió en un símbolo del colapso de los servicios funerarios en la isla. La protesta no fue solo una expresión de dolor, sino una denuncia contundente del abandono institucional. Los vecinos bloquearon la calle en solidaridad, transformando el dolor familiar en una demanda colectiva de dignidad.

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La crisis de los servicios funerarios en Cuba no es nueva. Incluso medios estatales han reconocido el deterioro de este sector, describiendo el proceso de despedir a un ser querido como una «carrera de obstáculos». Las funerarias carecen de condiciones mínimas, los traslados de cuerpos se retrasan por la escasez de transporte y combustible, y los ataúdes suelen estar en mal estado. En muchas ocasiones, las familias se ven obligadas a improvisar con carretillas o hamacas para transportar a sus difuntos.

El abandono no solo afecta a los vivos, sino que también priva a los muertos de un final digno. En Granma, otra familia enfrentó una espera de más de 12 horas para el levantamiento de un cadáver, logrando un ataúd y transporte solo gracias a la presión en redes sociales. Mientras tanto, los cementerios sufren saqueos y carencias de materiales básicos, obligando a los familiares a asumir costos adicionales.

Aunque el gobierno ha anunciado medidas como la incorporación de carros fúnebres eléctricos, estas iniciativas son insuficientes frente al deterioro acumulado. Lo sucedido en Holguín es un reflejo de un sistema que, en lugar de brindar consuelo y respeto en los momentos más difíciles, añade frustración y humillación a las familias cubanas.

La muerte, un momento que debería ser de recogimiento y paz, se ha convertido en una experiencia dolorosa y deshumanizante para muchos en Cuba. La protesta en Holguín es un recordatorio urgente de que, sin dignidad para los vivos, el respeto por los muertos se convierte en un ideal lejano y casi imposible de alcanzar.