El dolmen milenario de La Lentejuela: un viaje al pasado desde Teba

El Dolmen Milenario de La Lentejuela: Un Viaje al Pasado desde Teba

En el corazón de Andalucía, en el municipio de Teba, Málaga, un descubrimiento arqueológico está reescribiendo la historia de las prácticas funerarias en la península ibérica. Se trata del Dolmen I de la necrópolis de La Lentejuela, una estructura funeraria de más de 5.000 años de antigüedad que el equipo de la Universidad de Cádiz ha sacado a la luz, ofreciendo un vistazo único al pasado.

Este descubrimiento monumental es el resultado de cuatro campañas de excavación dirigidas por los doctores Eduardo Vijande y Serafín Becerra, del grupo de investigación Thalassa de la Universidad de Cádiz. El proyecto, autorizado por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, ha revelado una tumba que mide 13 metros de longitud, con una compleja compartimentación interna y un estado de conservación que asombra a los expertos.

En el interior del dolmen, los arqueólogos han encontrado varios osarios y ajuares de prestigio elaborados con materias primas exóticas como marfil, ámbar y conchas marinas, además de sofisticadas piezas de sílex, incluyendo puntas de flecha y una alabarda excepcional. Estos hallazgos no solo aportan información sobre las prácticas funerarias, sino que también reflejan la existencia de redes de intercambio a larga distancia en el III milenio a.C.

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El profesor Serafín Becerra destaca la magnitud de este descubrimiento, afirmando que podría ser uno de los dólmenes más monumentales y completos de toda Andalucía. Por su parte, Eduardo Vijande subraya el potencial de esta estructura gracias a su extraordinario estado de conservación, lo que permitirá a los investigadores conocer con gran detalle los modos de vida y las creencias de las comunidades que habitaron esta región hace miles de años.

La simbología de los objetos hallados también es significativa. Según el profesor Juan Jesús Cantillo, la presencia de conchas marinas en un territorio de interior subraya la importancia del mar como elemento de prestigio y evidencia la existencia de redes de intercambio a larga distancia. Este descubrimiento no solo arroja luz sobre las prácticas funerarias antiguas, sino que también nos conecta con las raíces de la historia humana, revelando un mundo donde las conexiones y los intercambios culturales fueron fundamentales para el desarrollo de las comunidades.

Así, el Dolmen I de La Lentejuela no solo se erige como un monumento a nuestros antepasados, sino también como un testimonio del ingenio y la complejidad social de las sociedades que habitaron el sur de la península ibérica hace más de cinco milenios. Este hallazgo nos invita a reflexionar sobre el legado cultural y la importancia de preservar y estudiar nuestro pasado, para entender mejor nuestro presente y futuro.