En el corazón del Cementerio Municipal de Alicante, donde el silencio es profundo y las lápidas cuentan historias de quienes ya no están, Vicente Ferez cumplió su promesa más íntima. Con el reloj marcando las doce del mediodía de un solemne domingo, el poeta alicantino presentó su primer poemario, «Réquiem», un acto cargado de simbolismo y emoción.
Vicente Ferez, un nombre que empieza a resonar en la escena literaria alicantina, no es un poeta convencional. Hace un año, se adentraba por primera vez en la redacción del diario INFORMACIÓN con una idea clara: sus versos debían regresar al lugar donde encontraron su origen, entre los cipreses y mármol del cementerio, frente a la tumba de su abuelo. Y así fue, cumpliendo el deseo que lo había acompañado desde que empezó a escribir.
La presentación de «Réquiem» no fue un evento literario tradicional. En un espacio transformado en escenario, donde las rosas y las velas añadían un aura mística, Ferez recitó sus versos en un ritual íntimo que resonó con una solemnidad casi litúrgica. No importaba el número de asistentes, lo que realmente contaba era la conexión espiritual con aquellos que ya no están.
La poesía de Ferez aborda la muerte no como un fin sino como una parte esencial de la existencia. «Réquiem» es un diálogo con la pérdida, un reconocimiento de que la vida y la muerte son dos caras de la misma moneda. Sus palabras, honestas y oscuras, abrazan la crudeza de lo humano, transformando el dolor en una experiencia compartida.
El acto comenzó con las palabras de su hermano, Pablo Barceló, quien enfatizó que esta no era solo una lectura de poesía, sino un momento profundamente personal y simbólico. En sus versos, Ferez no solo presenta una obra literaria; ofrece una historia de redención artística y memoria, un tributo a aquellos que han marcado su vida.
El recorrido de Ferez hacia la poesía es una historia en sí misma. De niño, no era un amante de las letras, pero el destino tenía otros planes. El rechazo inicial se transformó en una fuerza creativa que desafió los límites del lenguaje, construyendo una obra donde el lector enfrenta un duelo literario y personal.
La elección del cementerio como escenario no es casual. Para Ferez, era esencial que su cultura y su arte volvieran al sitio donde nacieron, brindando consuelo a aquellos que han hecho del Cementerio de Alicante su lugar de descanso. Aquí, la poesía se alza como homenaje, memoria y catarsis, arropando a quienes buscan en el silencio del camposanto respuestas a sus propias pérdidas.
En un mundo donde la muerte a menudo se evita, Ferez nos invita a enfrentarla, a dialogar con ella a través del poder de la poesía. «Réquiem» es un testimonio de que, incluso en el silencio y la oscuridad, la belleza puede florecer, ofreciendo un consuelo inesperado y una conexión más profunda con la esencia de la vida.




