Un misil ruso golpea el mayor cementerio judío de Pervomaisk y provoca graves daños

Un misil ruso golpea el mayor cementerio judío de Pervomaisk y provoca graves daños

El humo todavía flotaba entre las tumbas cuando los bomberos lograron sofocar las llamas. Varias lápidas ennegrecidas, fragmentos de mármol dispersos y un silencio pesado quedaron como testigos de lo ocurrido en el cementerio judío de Bohopol, en la ciudad ucraniana de Pervomaisk. Un misil ruso impactó el lugar en la madrugada del martes, provocando incendios que dañaron buena parte del camposanto.

El golpe no fue solo material. El cementerio, el más grande de los cinco que posee la comunidad judía en la ciudad, tiene un peso histórico que trasciende sus muros. En él descansan figuras de enorme relevancia espiritual, como el rabino Yisrael HaKadosh de Bohopol y el rabino Mordejai de Talna. No se ha confirmado si sus tumbas resultaron afectadas, pero la sola posibilidad ha generado una gran conmoción entre los fieles.

La historia del cementerio está ligada al pasado de Bohopol, una localidad que acabó absorbida por Pervomaisk. Antes del Holocausto, unos 30.000 judíos vivían allí, y ese legado sigue latiendo a pesar de la guerra. De hecho, en 2004 el rabino de Jabad Levi–Yitzhak y su esposa Hannah Perlstein reabrieron la sinagoga y devolvieron vitalidad a la comunidad local. Hoy, alrededor de 2.000 judíos permanecen en la ciudad y se preparaban para inaugurar el mes próximo una mikve, un baño ritual que simboliza continuidad y esperanza.

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El propio Levi–Yitzhak estuvo presente en el cementerio poco después del ataque. “Estamos evaluando los daños con el fin de preservar la santidad de los difuntos”, explicó con serenidad, asegurando que la labor de la comunidad no se detendrá pese a la destrucción. “Nada nos detendrá ni a nosotros ni a nuestros hermanos que trabajan con entrega en todo el país”.

El ataque ha sido interpretado como parte de un patrón más amplio contra la vida judía en Ucrania. El rabino Meir Stambler, presidente de las comunidades judías del país, recordó que este es ya el cuarto incidente en un mes. Una sinagoga en Odesa, la casa de un rabino en Dnipro y el coche de otro líder religioso en Jersón fueron alcanzados en semanas recientes. “Gracias a Dios, en todos esos casos no hubo víctimas, pero los daños son enormes”, señaló. “Es necesario poner fin al terrorismo ruso, que está causando pérdidas de vidas y destruyendo nuestro patrimonio espiritual”.

La guerra sigue avanzando, pero para la comunidad judía de Pervomaisk el reto es doble: resistir la violencia presente y mantener vivo el recuerdo de quienes descansan bajo esas lápidas que, una vez más, han quedado heridas por el fuego.