En el corazón de Tamayo, un municipio en República Dominicana, la comunidad enfrenta una paradoja que ha dejado a sus habitantes en un estado de indignación y desasosiego. A pesar de que la construcción de una funeraria municipal está en un 80% de avance, la obra se encuentra paralizada desde hace casi cinco años. Esta situación ha llevado a los ciudadanos, encabezados por representantes de diversas juntas de vecinos, a alzar su voz en busca de respuestas y soluciones.
La necesidad de la funeraria no es un capricho, sino una urgencia palpable. Juan de Jesús González Rodríguez, líder comunitario del sector San José, expresó una verdad dolorosa: “A veces, cuando fallece un ser querido, la familia no sabe si llora al muerto o a las penurias que enfrenta por no contar con un servicio digno”. Esta declaración refleja el sentir de una comunidad que se ve obligada a trasladar a sus difuntos a otras localidades, un acto que consideran indigno para un municipio que es el más grande de la provincia Bahoruco.
Dennis Ramírez, presidenta de la Junta de Vecinos del sector Altagracia, cuestiona la falta de acción por parte de las autoridades, recordando que Tamayo, siendo un municipio cabecera, debería contar con una funeraria como los demás distritos municipales. La funeraria, ubicada en la calle Libertad del sector Altagracia, está diseñada para ofrecer servicios completos, con dos capillas, un lobby, y áreas de preparación, entre otras facilidades, todo valorado en más de diez millones de pesos.
El ingeniero a cargo de la obra, Jairo De la Cruz, ha explicado que la finalización depende de un proceso de cierre técnico que está detenido por la falta de certificaciones finales de las instituciones correspondientes. De la Cruz señala que la burocracia y el aumento en los precios de los materiales de construcción han sido obstáculos significativos para el avance de la obra.
La comunidad, sin embargo, no está dispuesta a esperar más. Han hecho un llamado urgente al presidente de la Comisión Presidencial de Apoyo al Desarrollo Provincial, así como a otros líderes políticos y al presidente de la República, para que den prioridad a la culminación de esta obra esencial. Mientras tanto, los habitantes de Tamayo siguen esperando una respuesta que les devuelva la dignidad y el respeto que merecen, con la esperanza de que la funeraria municipal deje de ser un sueño y se convierta en una realidad palpable.