En los cementerios municipales de Bueu y Beluso, situados en Galicia, una revelación inesperada ha cambiado la percepción sobre la necesidad de nichos. Al concluir el plazo para solicitar nichos y columbarios en las ampliaciones recientes, solo se recibieron 19 solicitudes, muy lejos de las expectativas basadas en una lista de espera que acumulaba cerca de 200 peticiones desde 1993. Este giro inesperado ha llevado al gobierno local a replantearse la urgencia de una expansión mayor en el cementerio de Bueu.
El alcalde, Félix Juncal, junto con el concejal de Urbanismo, Martín Villanueva, se mostraron sorprendidos por la baja demanda. Ambos atribuyen este fenómeno a un cambio en las costumbres funerarias, donde cada vez más personas optan por la incineración en lugar del entierro tradicional. Esta nueva tendencia ofrece una radiografía precisa de la situación actual, permitiendo a las autoridades tomar decisiones informadas para futuras iniciativas.
El cementerio de Bueu, que puso a disposición 80 nichos y 20 columbarios, recibió solo 14 solicitudes. Incluso si cada solicitud fuera para cuatro nichos, quedarían más de una veintena sin adjudicar. En Beluso, la situación fue similar, con 60 nichos y 80 columbarios ofertados, pero solo cinco solicitudes presentadas.
Este cambio en las costumbres refleja una evolución en las tradiciones funerarias, donde las familias ahora buscan soluciones más prácticas y económicas. Aunque las listas de espera indicaban una necesidad urgente, la realidad actual muestra una tendencia hacia la reducción de espacios físicos en favor de alternativas como los columbarios y la incineración.
El proceso de solicitud había priorizado a las peticiones más antiguas y a los vecinos de mayor edad, especialmente aquellos mayores de 80 años. Sin embargo, la baja respuesta sugiere que las prioridades han cambiado, y que quizás las familias están reevaluando sus necesidades frente a las nuevas opciones disponibles.
La situación en Bueu y Beluso es un reflejo de un cambio más amplio en la sociedad, donde las prácticas funerarias se adaptan a las nuevas realidades económicas y culturales. Esta transformación, aunque inesperada, ofrece una oportunidad para que las autoridades locales reconsideren sus planes y enfoquen sus recursos en soluciones que se alineen con las preferencias actuales de la comunidad.