Funsegur
Gesmemori

¿Qué sienten las personas antes de morir?

¿Qué sienten las personas antes de morir?

¿Qué sienten las personas antes de morir? Un viaje a los confines de la vida desde la razón y la empatía

En el laberinto de la vida, la muerte es el único destino seguro que todos compartimos. Aunque nos rodea tanto como el aire que respiramos, sigue siendo un misterio cargado de tabúes. Sin embargo, una pregunta perdura en la curiosidad humana: ¿qué sienten las personas antes de morir? La ciencia, el testimonio humano y, desafortunadamente, la superstición se entrelazan en este relato, llevándonos por un camino que, aunque sombrío, desvela la esencia misma de la experiencia humana.

El umbral final: un adiós fisiológico

elfunerariodigital

Desde un enfoque racional y clínico, la muerte es un proceso al que el cuerpo se adapta paulatinamente. Howard, un enfermero con más de 20 años de experiencia en cuidados paliativos, explica que “la aproximación a la muerte generalmente implica un alejamiento lento del mundo físico”. Con frecuencia, las personas experimentan una reducción progresiva de las funciones corporales: el aliento se vuelve más superficial, el pulso más débil y la conciencia alternativamente presente y ausente.

La angustia que anticipamos a menudo está matizada por la liberación de endorfinas y otras sustancias químicas en el cuerpo, que actúan como un analgésico natural. Un estudio de 2011 publicado en la revista *Psychological Science* sugiere que el temor al dolor es menor de lo esperado en los momentos finales, indicando que la mente tiene mecanismos de defensa que alivian la angustia cuando más se necesita.

El nexo espiritual: más allá de la ciencia

En el plano psicológico y espiritual, cada experiencia es única, moldeada por creencias y vivencias personales. Los relatos de quienes han vivido experiencias cercanas a la muerte —aquellos que han «regresado» después de haber sido declarados clínicamente muertos— son en muchos casos consistentes, describiendo sensaciones de paz intensa, túneles de luz y reuniones con seres queridos fallecidos.

A pesar de la reproducción de estos relatos, el neurocientífico Christof Koch, en un artículo para *Scientific American*, advierte que estas experiencias pueden ser atribuidas a la anoxia y la liberación de serotonina en el cerebro moribundo, cuestionando interpretaciones sobrenaturales.

Mitos y realidades: separando lo racional de lo supersticioso

La humanidad tiene una tendencia natural a abrigar el misterio con mitos y supersticiones. Desde espíritus que vienen a buscar a los suyos hasta fenómenos paranormales, cada cultura ha creado su propio tejido narrativo para explicar lo inexplicable. Desde un ángulo periodístico, es esencial distinguir estas historias fascinantes, pero a menudo infundadas, de la realidad objetiva para proporcionar una representación veraz de los momentos finales de la vida.

En contraste, relatos contrastados sugieren una muerte natural sin presagios ominosos, donde los individuos reportan sentimientos de reconciliación y aceptación. Estos testimonios subrayan la importancia de los cuidados paliativos y el apoyo emocional, que suprimen en gran medida el miedo y el dolor, ofreciendo tranquilidad en el ocaso de la vida.

La importancia del adiós: una experiencia compartida

Una de las derivaciones más conmovedoras al confrontar la muerte es su capacidad para unir a las personas en un tejido de amor y conexión. Los últimos momentos vividos en compañía de seres queridos resaltan la importancia de despedirse adecuadamente. Las historias de reconciliación y el cierre emocional durante estos momentos fortalecen el significado y la conexión humanas.

La muerte, aunque inevitable, es parte del ciclo natural y el entendimiento de esta puede dotarnos de una nueva perspectiva sobre la vida misma. Desde la investigación clínica hasta el testimonio humano, cada faceta aporta un grano de certidumbre a la incertidumbre subyacente de la muerte, recordándonos, en última instancia, que lo que realmente importa es cómo vivimos y amamos.

Poéticamente, la muerte nos invita a celebrar cada día, a reconciliarnos con lo ineludible, y a entender que tanto el final como el principio se entrelazan en un gran ciclo vital que sigue su curso, imparable y eterno.

Scroll al inicio