¿Por qué algunas religiones prohíben la cremación?

¿Por qué algunas religiones prohíben la cremación?

Por qué algunas religiones prohíben la cremación: una exploración histórica y espiritual

En una pequeña localidad de la India, al atardecer, una familia rodea el cuerpo de un ser querido, honrando su memoria antes de la cremación en la orilla del Ganges, un río considerado sagrado. A miles de kilómetros, en un cementerio suburbano de Nueva York, una comunidad judía realiza un solemne entierro, siguiendo una tradición milenaria de inhumación. ¿Qué lleva a diferentes prácticas frente a la muerte? Especialmente, ¿por qué algunas religiones proscriben la cremación?

En este viaje a través de las historias y creencias religiosas, exploraremos las razones espirituales y culturales detrás de la prohibición de la cremación en ciertas religiones, una práctica tan antigua como la historia misma.

elfunerariodigital

La conexión con el cuerpo: el judaísmo y la preservación de lo divino

Para entender por qué el judaísmo ortodoxo rechaza la cremación, debemos comenzar con sus textos sagrados. En el Génesis, Dios crea al ser humano de la tierra, y es a la tierra a la que debe regresar tras la muerte. Esta conexión cíclica entre vida y muerte, tierra y espíritu, es un principio fundamental. La tradición judía considera el cuerpo como un recipiente sagrado que albergó el alma; al ser creado por Dios, merece respeto incluso después de la muerte.

La ley judía, o Halajá, sostiene firmemente que la cremación es una falta de respeto hacia el cuerpo, que debe ser tratado con dignidad. Se cree que, al preservar el cuerpo a través del entierro, se está cumpliendo un mandato divino. Una perspectiva racional podría argumentar que estas prácticas son producto de un contexto cultural específico, donde la preservación del cuerpo simboliza la continuidad de la comunidad y los valores religiosos compartidos.

Cruzando el velo: el cristianismo y la resurrección corporal

Mientras caminamos por un cementerio católico en Roma, notamos las cruces que marcan los lugares de descanso de los fieles. Aunque hoy la Iglesia Católica permite la cremación, históricamente la prohibió. La razón principal radicaba en la creencia en la resurrección física de los muertos durante el Juicio Final, un evento esperado en la escatología cristiana donde los cuerpos resurgirán de sus tumbas.

En el siglo XIX y principios del XX, la cremación estaba asociada con movimientos anticlericales y secularistas, lo que llevó a su prohibición por parte de la Iglesia, que vio este acto como un desafío a la fe en la resurrección. No fue hasta 1963 cuando el Vaticano levantó la prohibición, aunque sigue prefiriendo el entierro como el enfoque más alineado con las tradiciones apostólicas.

El islam: pureza y respeto en el último viaje

En un paisaje árido contrastado por la blancura de una mezquita, musulmanes se reúnen para rezar antes de un entierro. El Islam, similar al judaísmo, prohíbe la cremación, una medida profundamente enraizada en el respeto al carácter sagrado del cuerpo. Muhammad, el Profeta del Islam, fue enterrado, estableciendo un ejemplo que se sigue en la mayoría de las comunidades musulmanas hasta hoy.

La pureza es un tema recurrente en muchas ceremonias islámicas, y la cremación se ve como una acción que altera esta pureza, impidiendo que el cuerpo se descomponga naturalmente como está prescrito. Desde un punto de vista racional, estas prácticas son parte de un sistema de creencias que otorga un profundo significado a la continuidad espiritual y física de la vida, más allá de la muerte.

Cultura, fe y tradición: un enigma persistente

Podríamos seguir explorando otras religiones, pero el hilo conductor es claro: las prohibiciones religiosas contra la cremación suelen estar entrelazadas con profundas convicciones sobre el cuerpo, el alma y lo divino. Dichos preceptos, a menudo catalogados como mitológicos por perspectivas laicas, forman el núcleo de las identidades culturales que han sido forjadas a lo largo de milenios.

Para algunos, lo «irracional» podría parecerse a un mito; para otros, es una verdad sagrada e incuestionable. La creencia no es siempre un camino recto, sino un mosaico cultural que guía cómo las comunidades enfrentan el último acto de la vida.

En esta interacción entre lo tangible y lo espiritual, lo seguro es que en cada rito, en cada prohibición, se refleja el intento humano de comprender lo incognoscible y otorgar sentido a la inevitable universalidad de la muerte.