En Cuba, incluso el último adiós se ha convertido en un desafío monumental. La emisora Radio Mayabeque ha sacado a la luz las penurias que enfrentan las familias al lidiar con un sistema funerario en crisis. En la provincia, solo dos carros están disponibles para atender a 11 municipios, lo que retrasa significativamente el proceso de entierro debido a la falta de recursos y la morosidad administrativa.
La escasez de vehículos es solo uno de los muchos problemas que aquejan al sector. La morgue de la funeraria provincial es un espacio deteriorado y sin iluminación adecuada. Los ataúdes, descritos como «indecorosos», son una muestra de la falta de recursos y sensibilidad. Ernesto López Abain, trabajador de la funeraria, relata que los ataúdes llegan sellados y sin herramientas adecuadas, lo que obliga al personal a improvisar para permitir que los familiares se despidan de sus seres queridos.
La situación se agrava con la ausencia de servicios básicos. La floristería estatal no puede operar debido a la falta de contratos con productores, y las capillas carecen de ventiladores y sillones. En el cementerio, la falta de mantenimiento es evidente; un terreno descuidado sin iluminación ni agua adecuada, que se convierte en un lugar de incertidumbre para las familias que buscan despedirse de sus difuntos.
En medio de este panorama desolador, el ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, anunció en junio el inicio del ensamblaje de vehículos eléctricos destinados al transporte funerario en La Habana. Sin embargo, no se han dado detalles sobre cuántos vehículos estarán disponibles ni cuándo comenzarán a operar, dejando en vilo a una población que anhela una solución.
Radio Mayabeque resume la desesperación con una pregunta cargada de ironía: «¿Será mejor optar por la incineración, a la suerte del fluido eléctrico y la disponibilidad de combustible?» Esta reflexión captura el sentimiento de impotencia frente a un sistema que, incluso en los momentos más difíciles, sigue siendo un reflejo de una sociedad en crisis.