Contratar un seguro de decesos es una práctica muy común entre los españoles. No solo cubre los gastos asociados al sepelio, sino que habitualmente incluye una serie de servicios adicionales que facilitan la gestión de los trámites y alivian la carga emocional y administrativa a los familiares. Su elevada penetración en el mercado español pone de manifiesto una cultura de previsión profundamente arraigada en nuestra sociedad. Sin embargo, si analizamos el coste a largo plazo, este tipo de seguros rara vez resulta ventajoso desde el punto de vista financiero.
La Unión Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras UNESPA, publicó en su informe 2023 que el seguro de decesos daba cobertura a 22,3 millones de personas, lo que equivale al 47 % de la población empadronada. Aunque el seguro puede parecer una solución cómoda para evitar preocupaciones futuras; el asegurado acaba pagando mucho más de lo que realmente le costaría un entierro.
Siempre pagará más de lo que cuesta un entierro
Dependiendo de la edad a la que se contrate la póliza y el tiempo que se mantenga, la suma total de primas abonadas puede llegar a duplicar o incluso triplicar el coste de un funeral estándar. Para ilustrarlo pondré un ejemplo: el coste medio de un entierro en España ronda los 3.500 euros, si una persona paga un seguro de decesos durante 35 años con una prima anual de 200 euros –no contemplo la subida anual de la prima– durante estos años habrá abonado un total de 7.000 euros, es decir, el doble de lo que le costaría si lo pagasen en el acto.
Cabe recordar que en España se da una curiosa paradoja, las principales aseguradoras son las propietarias de grandes grupos funerarios, debido a una integración vertical que les permite controlar toda la cadena de valor, desde el seguro de decesos hasta el servicio funerario. Con ello, se aseguran el control de todo el proceso dentro de su grupo empresarial, maximizando beneficios y obteniendo una “fidelización forzada” de sus asegurados.
Si deja de pagar la prima perderá su cobertura
Otro inconveniente, a diferencia de otros seguros o planes financieros, es que si deja de pagar la prima, pierde la póliza y sus coberturas y no recuperará ni un solo euro. Esto significa que, si durante 15 o 20 años ha estado abonando los recibos que le ha girado la aseguradora y en un momento determinado no puede o no quiere seguir pagando, todo el capital abonado se pierde por completo. Las primas cubren el riesgo durante el período en que el seguro estuvo activo, y no se considera una inversión reembolsable. Únicamente se podría pedir la devolución del dinero no gastado en el seguro de decesos cuando los gastos del sepelio son menores que el capital asegurado en la póliza. En tal caso, la aseguradora está obligada a devolver el dinero sobrante a los herederos o beneficiarios.
Es conveniente leer las condiciones del contrato, ya que no todas las pólizas permiten la devolución del capital no utilizado. Si el contrato lo contempla, los beneficiarios o familiares deben contactar a la aseguradora para solicitar el reembolso del dinero.
El importe de las primas aumenta cada año
Muchas pólizas de decesos operan bajo un sistema de prima renovable, lo que implica que la cuota mensual o anual se incrementa a medida que el asegurado envejece. Este aumento se aplica sin considerar cuánto ha pagado ya, incluso si dicha cantidad supera el coste actual de un servicio funerario. A medida que la persona envejece, la aseguradora eleva las tarifas, llegando a un punto en el que mantener la póliza puede volverse insostenible. Esto puede llevar a que personas mayores, que han pagado durante décadas, se vean obligadas a cancelar el seguro, perdiendo todo lo aportado, o aceptar el aumento de la prima, sea cual sea.
El seguro de decesos no es una inversión ni genera rentabilidad
Al contrario de lo que sucede con otros productos financieros, como los planes de ahorro o las inversiones, un seguro de decesos no genera rentabilidad ni permite recuperar el dinero. Todo el capital abonado se destina exclusivamente al pago del seguro, sin ninguna opción de obtener un retorno o beneficio económico. En lugar de contratar este tipo de seguro, una opción más ventajosa sería destinar una cantidad mensual a una cuenta de ahorro específica para cubrir los gastos del funeral sin depender de una aseguradora. De este modo, el dinero permanece bajo control del interesado y, en caso de no ser utilizado para el sepelio, puede ser aprovechado para otros fines o dejado como herencia a sus herederos.
Antes de contratar este tipo de seguro, es recomendable analizar alternativas más económicas y rentables que le garanticen un control de su dinero y una mayor flexibilidad. La contratación de una póliza de decesos puede ser útil si lo hace a una edad avanzada y mediante ‘prima única’ (en un solo pago en el momento de la contratación de la póliza), e incluso si carece de recursos propios y no quiere un entierro de beneficencia. Cada persona debe tomar una decisión según sus circunstancias personales, y determinar si este tipo de cobertura se ajusta a su planificación financiera y a las necesidades de su familia. Mi opinión personal es que el seguro de decesos es una opción cara y poco rentable.
AUTOR: Roberto Durán
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