El Ayuntamiento de Cartagena se enfrenta a un desafío legal y cultural mientras trabaja para cumplir con una sentencia que le obliga a habilitar un cementerio para la comunidad musulmana del municipio. Sin embargo, la tarea no es sencilla, ya que las prácticas islámicas de enterramiento podrían entrar en conflicto con la normativa mortuoria vigente en la región.
Gonzalo López Pretel, concejal de Sanidad del Ayuntamiento y miembro de Vox, ha señalado que las costumbres musulmanas, como ser enterrados mirando a la Meca y envueltos en un sudario sin ataúd, podrían contradecir las regulaciones sanitarias locales. «Estamos buscando la manera de cumplir con la sentencia sin infringir la normativa regional», afirmó López Pretel en una entrevista.
A pesar de estas preocupaciones, el equipo de gobierno del municipio, liderado por Noelia Arroyo, asegura que no existe tal problema. Según sus portavoces, están trabajando en estrecha colaboración con la asociación Fitra, que representa a gran parte de la comunidad musulmana de Cartagena. «Hemos aprendido de la experiencia de otros municipios y estamos comprometidos a encontrar una solución que respete tanto las tradiciones religiosas como las leyes locales», comentaron.
Fernando Blayas, presidente de Fitra, ha confirmado que las discusiones con el Ayuntamiento han sido productivas. «La relación es buena y estamos avanzando. En otros lugares de España, como Madrid y Valencia, ya existen cementerios musulmanes que cumplen con las regulaciones», explicó. Blayas también aclaró que, aunque la tradición musulmana prefiere el entierro sin ataúd, están dispuestos a aceptar enterramientos en cajas biodegradables, que se descomponen rápidamente.
Este proceso de adaptación no solo refleja la diversidad cultural de Cartagena, sino también los desafíos que surgen cuando las prácticas tradicionales se encuentran con la normativa moderna. La comunidad musulmana espera que el Ayuntamiento cumpla con la sentencia y finalmente les proporcione un lugar donde sus difuntos puedan descansar de acuerdo con sus creencias.
El caso de Cartagena es un ejemplo de cómo las ciudades españolas están respondiendo a las necesidades de sus comunidades multiculturales. A medida que la diversidad en el país crece, también lo hace la necesidad de adaptar las infraestructuras y servicios para reflejar esta realidad. El respeto por las tradiciones religiosas y la búsqueda de soluciones legales son esenciales para garantizar la cohesión social y el respeto mutuo.
Mientras las negociaciones continúan, el equipo de gobierno reafirma su compromiso de encontrar un camino que satisfaga a todas las partes. En un mundo cada vez más globalizado, Cartagena está dando un paso hacia adelante al reconocer y respetar la diversidad de sus habitantes, marcando un precedente en la gestión de la multiculturalidad en España.