El tiempo ha pasado sin piedad desde aquel día de 2021 cuando el crematorio municipal del Cementerio Parque en Mar del Plata dejó de estar operativo. Hoy, las familias que desean optar por este servicio deben inclinarse hacia el sector privado, donde los costos son notablemente más altos. Esta inactividad es solo un reflejo sombrío de la prolongada historia de abandono y descuido que padecen los cementerios bajo la administración del Ente Municipal de Servicios Urbanos (EMSUR).
El deterioro ha sido una constante en estas necrópolis. En una presentación frente al Concejo Deliberante, el entonces presidente del EMSUR, Sebastián D’Andrea, admitía las carencias existentes. Ahora, con Santiago Bonifatti al frente, los problemas persisten y no parece haber una solución a la vista.
El 2024 trajo promesas de cambios. El Ejecutivo local anunció que el crematorio reabriría en mayo, pero los problemas técnicos frustraron el plan. A pesar de que el presupuesto para el EMSUR ese año fue de $140 millones para el mantenimiento de los cementerios, no hay claridad sobre cómo se usaron esos fondos.
El colapso del crematorio no es un incidente aislado. Filtraciones en bóvedas, deterioros en nichos, fallos en la iluminación y vandalismo son solo algunas de las quejas acumuladas con el tiempo. Estas problemáticas se hicieron eco en el ámbito laboral cuando el Sindicato de Trabajadores Municipales las visibilizó durante un conflicto paritario en 2024. Sin embargo, el Concejo sigue esperando respuestas a sus solicitudes de informes sobre la situación actual.
La prolongada inactividad del crematorio despierta sospechas sobre potenciales beneficios indirectos para el sector privado. Desde un cementerio privado, confirmaron que la demanda ha aumentado desde que el crematorio público quedó fuera de servicio. Rumores sobre una posible privatización del servicio comenzaron a circular, aunque no han sido confirmados oficialmente.
Mientras tanto, la falta de respuestas y acciones concretas alimenta el malestar entre los ciudadanos, quienes ven en esta situación un reflejo del abandono institucional. La inoperatividad del crematorio no solo implica un costo económico adicional para los vecinos, sino que también es una evidencia del deterioro de un servicio esencial que no parece estar en la agenda pública.