En una búsqueda por justicia y verdad, las autoridades salvadoreñas, lideradas por la Fiscalía General de la República (FGR), han iniciado la exhumación de 11 cuerpos en un cementerio clandestino en Colón. Estos restos pertenecen a víctimas de la violencia pandillera ejercida por la temida Mara Salvatrucha (MS-13), cuyos crímenes se perpetraron entre 2010 y 2020 en los terrenos de la finca San Jorge y la lotificación Mano de León, en Botoncillal, La Libertad.
La operación surge como resultado de investigaciones exhaustivas, que revelaron la existencia de estos cementerios ocultos, utilizados por la clica “Delicias Locos Salvatruchos” para desaparecer a sus víctimas. Entre los cuerpos que se espera recuperar se encuentra el de un soldado, quien fue secuestrado, torturado y asesinado en un acto de brutalidad que simboliza la violencia desmedida de estos grupos.
Este caso es solo un fragmento de una realidad más amplia. Según fuentes policiales y fiscales, el departamento de La Libertad alberga numerosos cementerios clandestinos, controlados en gran medida por la MS-13. Estos lugares oscuros son testigos mudos del horror que vivieron muchas víctimas, cuyos nombres y rostros han desaparecido en el tiempo.
La investigación ha sido una labor ardua y peligrosa, enfrentando la resistencia de un sistema que, en el pasado, obvió la magnitud del problema. Sin embargo, la esperanza de recuperar los cuerpos y ofrecerles un entierro digno sigue viva entre las familias que han sufrido la pérdida de sus seres queridos.
El gobierno de Nayib Bukele enfrenta ahora la presión de cumplir con los compromisos internacionales de derechos humanos, entre ellos, la creación de un registro de personas desaparecidas y el apoyo a las familias en su búsqueda de justicia. La exhumación en Colón es un paso en esta dirección, aunque queda un largo camino por recorrer para cerrar las heridas abiertas por años de impunidad.
La historia de estos cementerios clandestinos es un recordatorio sombrío de la violencia que ha marcado a El Salvador. Sin embargo, también es un llamado a la acción, a la necesidad de enfrentar el pasado y trabajar hacia un futuro donde la justicia y la paz prevalezcan.