A pocos pasos del casco viejo de Cangas y con el Auditorio Xosé Manuel Pazos como testigo silencioso, se encuentra el principal cementerio municipal de la localidad. Entre sus muros descansa una obra maestra de la escultura funeraria: el Panteón de Ranqueta. Creado entre 1899 y 1901 por el maestro Cerviño, este monumento de granito, protegido por Patrimonio, representa una parte fundamental de la historia de la villa. Sin embargo, la falta de mantenimiento y las condiciones de abandono han convertido el camposanto en un lugar decadente y poco accesible.
Lo que debería ser un espacio de respeto y memoria, hoy se asemeja más a un escenario de película de terror. Pasillos impracticables, escalones desnivelados y cubiertos de verdín, nichos afectados por filtraciones de agua y restos humanos expuestos en bolsas visibles al público forman parte de una imagen que entristece a quienes visitan a sus seres queridos.
Una accesibilidad imposible y un estado de abandono evidente
El cementerio parece haberse detenido en el tiempo, no solo por la majestuosidad de su patrimonio histórico, sino también por el deterioro acumulado. Las personas mayores, principales visitantes del recinto, se enfrentan a un acceso complicado: escalones gastados, desniveles peligrosos y una falta total de adaptación a las necesidades actuales.
El problema no es nuevo. En agosto de 2024, el medio Morrazo Noticias ya alertó sobre la presencia de chorreones oscuros en los nichos, causados por filtraciones de agua provocadas por el atasco en las bajantes. A día de hoy, la situación sigue sin resolverse, y la humedad sigue erosionando la estructura del camposanto.
Huesos a la vista y un osario en condiciones insalubres
Uno de los puntos más alarmantes del cementerio se encuentra en la parte superior, justo en la puerta de acceso lateral desde el aparcamiento de Altamira. En el interior de uno de los osarios se han acumulado bolsas con huesos y otros restos en condiciones que dejan poco margen a la imaginación.
Vecinos de la zona aseguran que, durante un tiempo, el olor era insoportable. Aunque la presencia de una obra reciente en una de las zonas del muro podría explicar cómo llegaron estos restos al osario, el hecho de que sigan expuestos al público refleja la falta de control y gestión del cementerio.
«Nunca estuvo así el cementerio»
Los vecinos de Cangas no ocultan su preocupación. María Eugenia, que lleva toda su vida cuidando los osarios del cementerio, se muestra apenada: “Nunca estuvo así, es insalubre y peligroso”, afirma con pesar. Su madre también dedicó su vida a iluminar las almas que allí descansan, y nunca imaginó ver el camposanto en tal estado de abandono.
La única excepción en el municipio es el cementerio de la parroquia de Coiro, que fue rehabilitado en 2023 por el anterior gobierno local. Sin embargo, el resto de los cementerios de Cangas comparten una misma realidad: olvido, falta de mantenimiento y condiciones que poco tienen que ver con el respeto y la dignidad que deberían ofrecer.
Mientras tanto, el cementerio donde descansan siglos de historia sigue esperando una intervención que lo rescate de su propio deterioro.