El dolor no se mide en días, pero 109 jornadas han sido suficientes para que las familias de las víctimas de la DANA del 29 de octubre comprendieran algo desgarrador: estaban solas. Sin homenajes oficiales, sin respuestas claras y con una ausencia que pesa más que cualquier cifra.
Por eso, decidieron actuar. En Picanya, frente al puente del barranco del Poyo, lugar clave de la tragedia, organizaron su propio acto de recuerdo. Sin ayuda política, sin banderas, sin más apoyo que el de quienes comparten la misma herida.
Un silencio solemne y el sonido de Hallelujah marcaron el homenaje. La Unió Musical de Picanya y el Orfeó Veus Juntes de Quart de Poblet acompañaron con música el momento en el que los familiares mostraron una pancarta con los rostros de sus seres queridos. Velas encendidas iluminaron un mensaje que resonó con fuerza: «No son números, son personas».
Sin embargo, el homenaje no solo estuvo marcado por el recuerdo, sino también por la denuncia. Las familias se sienten «abandonadas y descuidadas» por las administraciones. «Las infraestructuras se están reconstruyendo, pero nadie se ha preocupado por nosotros», lamentó Rosa María Álvarez, que perdió a su padre en la riada. «Dicen que han hablado con nosotros, pero es falso. No saben nuestros nombres, no saben cómo estamos, no nos han preguntado si tenemos ayuda psicológica».
A 90 días del desastre, las tres personas que seguían desaparecidas fueron dadas oficialmente por fallecidas. Con ello, sus familiares pueden comenzar a acceder a ciertos derechos que antes les eran negados. «Mis sobrinos son huérfanos, pero hasta ahora no podían ejercer como tales», explica Ernesto Martínez, tío de Elisabet Gil, de 38 años, cuyo coche fue hallado hace apenas unos días, aunque aún no hay rastro de su cuerpo.
La rabia también estuvo presente en las palabras de los asistentes. Encarna Martínez, hermana de José, director del IES Número 1 de Cheste y fallecido al intentar regresar a su hogar en Russafa, fue clara: «Aquí estamos todos los que creemos que este homenaje debía haberse hecho desde el principio. Y sí, señalamos directamente a Carlos Mazón. Todo lo han achacado a una mala gestión, pero no, es que no ha habido gestión».
La lectura del manifiesto fue contundente. «Si aquellos con poder y responsabilidad hubieran actuado en tiempo y forma, muchos se habrían salvado. No fue solo la lluvia, no fue solo el barranco. Fue la irresponsabilidad», denunciaron ante las personas que acudieron a acompañarles.
El acto cerró con una petición: que no se olvide lo ocurrido. «Confiamos y exigimos justicia. No pedimos venganza, pedimos responsabilidad. Ciudadanos, sociedad civil, os pedimos que no olvidéis», clamaron.
Porque, como recordaron las familias, más allá de los datos y las cifras, cada víctima tenía una historia, sueños y personas que aún les esperan. «Estamos aquí no solo por la tristeza, sino por el amor eterno que nos dejaron».