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Actualizado: 02/12/2024
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Un emblema del patrimonio tinerfeño vuelve al cementerio de San Rafael y San Roque

Un emblema del patrimonio tinerfeño vuelve al cementerio de San Rafael y San Roque

Un emblema del patrimonio tinerfeño vuelve al cementerio de San Rafael y San Roque

Vía: Ayto. Sta. Cruz de Tenerife / Redacción EFD

En Santa Cruz de Tenerife, una pieza singular del patrimonio histórico y artístico de la ciudad está lista para regresar a su lugar de origen. Se trata del Cristo Crucificado, una escultura policromada que, tras un meticuloso proceso de restauración, está destinada a volver al cementerio de San Rafael y San Roque. Esta decisión marca un hito en la preservación de la memoria histórica local.

El anuncio fue realizado por Santiago Díaz, concejal de Cultura de Santa Cruz de Tenerife, durante la presentación de la restauración de la obra. Díaz destacó el profundo valor emocional y artístico de esta pieza, que es una de las más representativas de la ciudad. “Este Cristo no solo es una joya del arte, sino también un testimonio de nuestras tradiciones y la historia del primer cementerio de la capital”, enfatizó.

El Cristo Crucificado, atribuido a la escuela gaditana genovesa de mediados del siglo XVIII, llegó a Tenerife a principios del siglo XIX en un contexto de intercambios culturales entre Cádiz y las Islas Canarias. Según Patricia Padrón, responsable del proyecto de restauración, esta figura muestra detalles singulares, como el paño de pureza que, a pesar de la inclinación de la imagen, refleja un movimiento del viento hacia atrás, algo poco común en este tipo de obras.

El recorrido del Cristo hasta el Museo de Bellas Artes no está del todo documentado, pero se cree que fue trasladado desde el cementerio cuando éste cayó en desuso, coincidiendo con la apertura del cementerio de Santa Lastenia. Su traslado respondió al deseo de preservar una obra en riesgo debido al deterioro del primer camposanto de la ciudad.

Cuando llegó al museo, la escultura estaba en un estado lamentable: desmembrada, con pérdidas significativas de policromía y partes incompletas. La restauración llevada a cabo por un equipo liderado por Patricia Padrón e Isidro Larizgoitia ha sido un proceso cuidadoso y respetuoso con su historia. Se han restaurado las manos incompletas y fijado la policromía, pero sin buscar una imagen perfecta o nueva. “Queremos que se note lo que está rehecho”, explicó Larizgoitia. Además, se hicieron estudios científicos para asegurar su conservación futura.

Una de las decisiones más significativas fue no reconstruir la cruz, ya que no se conserva la original. Este enfoque arqueológico busca preservar la autenticidad de la obra sin reinterpretarla.

El retorno del Cristo Crucificado al cementerio de San Rafael y San Roque está condicionado a que se reúnan las condiciones necesarias para su adecuada conservación. Este gesto no solo devuelve la pieza a su contexto original, sino que también refuerza el vínculo entre la comunidad y su patrimonio, manteniendo viva la memoria de un lugar que nació para dar consuelo durante una pandemia y que, años después, sigue siendo un testimonio tangible de la historia de la ciudad.

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