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Actualizado: 27/03/2024
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El cementerio de Poblenou, un museo al aire libre

El cementerio de Poblenou, un museo al aire libre

Vía: Mireia Mullor / El Mundo

El 25 de diciembre suele asociarse con la alegría. Con la emoción de los niños al ver sus regalos bajo el árbol y los reencuentros familiares (los agradables, al menos). Pero en este día hay un sentimiento ineludible: la nostalgia. Quizá resulte curioso publicar un día como hoy un artículo sobre un cementerio, pero nada más lejos de la realidad: la Navidad es una fiesta para el recuerdo, y, por ello, uno de los días en los que los cementerios tienen una mayor afluencia de visitantes.

Es el caso del de Poblenou de Barcelona. Así lo asegura el director de Cementerios de Barcelona, Jordi Valmaña, que piensa que es una jornada perfecta para acordarse de los que no están. Y aquí lo aprovechamos para hablar de un lugar con una memoria social y artística de la que pocos saben. Un lugar presidido por esculturas de gran belleza y significado, que representan la muerte en múltiples formas y mantienen vivo el recuerdo de quienes ya no están.

De hecho, los versos que aparecen al principio de este artículo deben su inspiración a una de las obras del cementerio de Poblenou. Fue Jacinto Verdaguer quien los escribió, y allí permanecen sobre la tumba y bajo la obra de Jaume Barba. Se trata de El beso de la muerte, posiblemente la pieza más famosa del cementerio y la que representa mejor la dicotomía entre muerte y belleza que supone el leitmotiv de todo el patrimonio artístico del recinto.

La historia del cementerio comienza en 1775, aunque tras la Guerra del Francés fue destruido y rebautizado casi 50 años después como el lugar que hoy conocemos. El arquitecto italiano Antonio Ginesi fue el encargado de diseñar el primer gran cementerio donde no había distinción de clases. Pero el siglo XIX cambió las cosas. «La propia burguesía de la ciudad se negó a compartir espacio con los demás ciudadanos y exigió que se hiciese un departamento más apropiado a su estatus social», explica Valmaña. «En realidad pasa a ser un reflejo de la propia ciudad de Barcelona, con barrios de clases sociales distintas», añade. Es gracias a esta postura clasista frente a la muerte que el cementerio de Poblenou cuenta actualmente con una zona monumental abarrotada de panteones y otras espectaculares ornamentaciones. Esto es clave para entender las iniciativas culturales que han surgido a raíz de su patrimonio.

En 2004 se materializa una necesidad: abrir el cementerio a la ciudad. «Nos dimos cuenta de que es un auténtico monumento de Barcelona, un museo al aire libre desconocido por la ciudad y los visitantes, y nos propusimos darlo a conocer», cuenta Valmaña. El resultado de esta voluntad es una ruta a través de las maravillas que esconde el cementerio de Poblenou. «Lo que se pretende con este itinerario no es explicar la historia del cementerio, sino explicar la historia de la ciudad de Barcelona de los últimos 200 años», apunta el director. Y es que es curioso que esta «ciudad de los muertos», como la define Valmaña, la construyeran las mismas manos que la ciudad de los vivos. «Este paralelismo es el hilo conductor de toda la ruta», apunta. «Los mismos urbanistas, arquitectos y escultores que hicieron la Diagonal, el paseo de Gràcia o el Eixample son los que hicieron también los monumentos funerarios, tumbas, edificios y panteones que se encuentran dentro del cementerio». De acceso gratuito y con guía el primer y tercer domingo de cada mes, este itinerario marca treinta lugares clave del recinto, de forma que traza los pasos a los visitantes para que no se pierdan nada.

Sí, la Navidad es alegría. Pero en esta casi «contracrónica» de uno de los días más señalados del año nos adentramos en el neoclasicismo, el modernismo y el neogótico que se expande sobre las tumbas sagradas de un cementerio de referencia en toda España.

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