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Actualizado: 19/04/2024
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Restituyen fardo funerario prehispánico al gobierno peruano

Restituyen fardo funerario prehispánico al gobierno peruano

Vía: Naked Sanake / Ciudadanía Express

Oaxaca, México.- Distintas piezas correspondientes a un entierro de la cultura chiribaya, señorío que tuvo su enclave principal en lo que hoy es la costa sur peruana, entre los años 900 y 1300 de nuestra era, fueron restituidas por el gobierno mexicano, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a la República del Perú.

El acta de entrega-recepción de estos bienes culturales fue signada por el señor Javier León Olavarría Durante, embajador de la República del Perú en México; el antropólogo Víctor Hugo Valencia Valera, director del Centro INAH Morelos, y el licenciado Pedro Luis Echeverría Alegría, director de Derecho Internacional III de la Consultoría Jurídica de la SRE.

Durante el protocolo, que tuvo lugar en la Casa del Olindo, en Cuernavaca, sede de la delegación del INAH en Morelos, el embajador de la República del Perú expresó que la nación sudamericana y México han transitado un devenir similar desde la época prehispánica, los periodos colonial e independiente, hasta nuestros días.

“Nos une un proceso de hermandad muy antiguo que se mantiene en el tiempo, y gestos de generosidad como éste, en el que se restituye a los peruanos parte de su patrimonio, demuestran que la cultura es la vía más rápida y directa para reconocernos como pueblos hermanos. Son actos que permiten un reencuentro y un redescubrimiento”, dijo.

El conjunto de piezas arqueológicas, que se encontraban custodiadas en las oficinas del Centro INAH Morelos, corresponden a un mismo contexto funerario. Así queda asentado en el dictamen técnico emitido por el arqueólogo peruano Pavel Carlos Leiva García, investigador del Centro INAH Morelos, y su colega María Judith Galicia Flores.

Estos bienes culturales fueron recibidos a principios de este año por el Centro INAH Morelos de manos de una persona que acudió para saber el origen de los mismos, y posteriormente decidió entregarlos a la institución.

Con la asesoría del antropólogo físico Juan Alberto Román Berrelleza, pudo determinarse que los restos óseos: un cráneo con deformación oblicua, un par de tibias y una mandíbula fragmentada, pertenecen a un mismo individuo masculino adulto. Asimismo, el textil y las tres piezas cerámicas que completan el lote debieron de conformar parte de la ofrenda dispuesta al personaje.

Los materiales proceden de la ciudad de Ilo, capital de Moquegua, y datan del periodo Intermedio Tardío (900-1300), de acuerdo con la cronología prehispánica del Perú. Se trata de una etapa en que florecieron varios señoríos tras el decaimiento de la cultura wari, situación que cambió hacia el año 1300, cuando algunos de estos reinos, entre ellos de la civilización chiribaya, fueron conquistados por el Imperio inca.

El área de influencia de la cultura chiribaya fue extensa: abarcó las regiones de Moquegua y Tacna, en Perú, y una pequeña porción del norte del actual territorio chileno. Como explica el arqueólogo Pavel Leiva, la gente de esta civilización se destacó por el trabajo agrícola, cerámico y de textiles, además de practicar la deformación craneana.

En los rituales funerarios de la cultura chiribaya, el cuerpo del difunto se preparaba para ser embalsamado, se le disponían telares y era depositado en un foso. A su vez, se le colocaban ofrendas a los costados para “su viaje al otro mundo”, ya que “en la cultura andina no existía el concepto de muerte, ésta era un rito de pasaje, por eso se le ponía lo necesario para el camino. Las personas seguían vivas, se fusionaban con la naturaleza, la Pachamama, la ‘Madre Tierra’”.

Así lo ejemplifican las piezas cerámicas que ahora se restituyen al gobierno peruano: una olla con decoración policroma que debió de ser contenedor de bebidas como la chicha, un vaso y un cántaro miniatura con vertedera.

Dentro del lote destaca un textil de algodón (de 96 x 45 cm aproximadamente) teñido con tintes naturales y que, por la diferencia de los diseños en que sobresalen figuras geométricas y otras que remiten a las aves zancudas propias de la costa sur de Perú, se conformó hilvanando dos piezas distintas.

El buen estado de conservación de esta pieza se debe a las condiciones de sequedad que imperan en esa zona de la geografía peruana. No obstante, precisó el embajador de ese país en México, Javier León Olavarría, éstas se someterán a tratamientos de conservación y restauración una vez que lleguen a Perú, antes de definir su destino en algún museo.

Con este acto México confirma su compromiso para restituir bienes culturales de carácter patrimonial a los Estados de procedencia, así como para colaborar con la comunidad internacional y los organismos multiculturales con competencia en materia de salvaguardia de tales bienes.

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