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Actualizado: 27/03/2024
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Cementerio de Tomelloso “Pequeño Pére-Lachaise”, XX Certamen Artículo Periodístico “Juan Torres Grueso”

Cementerio de Tomelloso “Pequeño Pére-Lachaise”, XX Certamen Artículo Periodístico “Juan Torres Grueso”

Vía: Autor: Amador Palacios López

El parisino cementerio Pére-Lachaise guarda una colección de difuntos célebres, exhibidos a «cascoporro» en los flancos de sus románticos senderos. En la zona este de París, es un recinto conocidísimo, utilizado por los habitantes de la capital francesa como un parque más de la bonita urbe. Desde hace más de dos siglos, cuando en su solar se produjo la primera inhumación, el Père Lachaise guarda los restos de «infinidad» de notables artistas: desde Gillaume Apollinaire a Maria Callas, desde Marcel Camus a Frédéric Chopin, desde Alfonso Daudet a Colette, desde Isadora Duncan a Molière, pasando por Yves Montand, Georges Moustaki, Amadeo Modigliani, Nerval, Édith Piaf, Proust, Oscar Wilde… Quizá las máximas estrellas del conjunto abultado de estos honorables pobladores sean el último de los nombrados, Wilde, y, sin ninguna duda, James Douglas Morrison, el Jim Morrison de los Doors, quien nunca deja de tener flores en su tumba y admiradores que, tras fumarse un porro cabe el mármol, dejan la «toba» allí como enseña del más sentido homenaje.

Otro cementerio parisino, el de Montparnasse, también recoge huesos de importantes artistas, como es el caso del dramaturgo Samuel Beckett, Tristan Tzara, padre del dadaísmo, el polémico matrimonio formado por Jean Paul Sastre y Simone de Beauvoir, además de, entre tantos otros, los escritores hispanoamericanos Julio Cortázar, César Vallejo o Carlos Fuentes. Quien conozca estos cementerios de París, disfrutará, seguro, en ambos, pero le sacará más jugo al de Père-Lachaise.

Ya sabemos que las comparaciones son odiosas. No se puede equiparar la nombradía de esos resultones «osarios» de París con la extensión de panteones, tumbas y nichos que conforman el cementerio del población manchego de Tomelloso, (Ciudad Real). Pero así como París fue una cantera inmensa de artistas plásticos, pensadores, novelistas, poetas (quizá lo siga siendo, pese a su decadencia), Tomelloso también lo es, habiendo dado a luz uno cuantos selectos personajes destacados en el mundo del Arte y la Literatura. En este camposanto tomellosero, pues, descansan Félix Grande, Francisco García Pavón, Juan Torres Grueso, Antonio López Torres, Eladio Cabañero, orgullo, todo este conjunto, de este pueblo singular de la Mancha.

Juan Torres Grueso no es tan renombrado como sus actuales compañeros de «urbanización». Autor de una poesía con anclaje en la realizada por las huestes garcilasistas (no en vano fue muy amigo del pontífice garcilasista José García Nieto), quizá su mayor mérito es la promoción de la ya añeja Fiesta de las Letras de Tomelloso. Desde que en 1955 publica su poemario Tierra seca, su actividad literaria fue incesante. Fue becado por la Fundación Juan March. Desde 1967 a 1969 alcalde de Tomelloso, se dedicó de lleno, como se escribe en la web entomelloso.com, «a numerosos proyectos que supusieron un gran impulso social, urbanístico y cultural para su ciudad natal». En 1988, la revista tomellosera El cardo de bronce, dirigida por el cura-poeta Valentín Arteaga y primorosamente confeccionada por Tomás Casero, le dedicó monográficamente uno de sus números, publicando el libro, inédito hasta entonces, de Torres Grueso Los pobres.

Ni Félix Grande ni Eladio Cabañero ni Francisco García Pavón ni Antonio López Torres necesitan apenas líneas justificativas para cargar de propaganda sus eximias figuras. Antonio López Torres inició en el estudio de la pintura a su sobrino, el tan celebrado artista Antonio López García. Su pintura realista no es muy prolífica, al morir el creador la legó a su pueblo, de forma que podemos contemplarla, en casi su totalidad, sorprendiéndonos de su seguridad y delicadeza, sin salir del propio Tomelloso.

Francisco García Pavón es uno de los grandes novelistas españoles del siglo XX. Profesor en la Escuela de Arte Dramático y crítico teatral, cosechó importantes galardones, como el Premio Nadal y el Nacional de la Crítica. Su personaje Plinio fue muy popular al adaptarse la saga novelística de este policía tomellosero para la televisión en los años 70.

Tanto Eladio Cabañero como Félix Grande fueron dos grandes poetas, decisivos en el transcurso de la poesía española llamada de posguerra. Cabañero tuvo una formación totalmente autodidacta, hasta el punto de que de adolescente apenas sabía leer y escribir; su poesía delata un fiel reflejo de humanidad encarnada en el escueto y sufriente paisaje manchego. Félix Grande avanzó, con hermosa singladura, por la travesía de la poética testimonial de su tiempo, siendo a la vez propulsor de las vanguardias. Su poesía está dotada de una aguda y muy sugerente riqueza verbal y su expresión poética siempre alcanza unas cotas verdaderamente magnánimas.

Sería hermoso ver conversar a todos ellos (imaginémoslo) con el culo puesto en una de las lápidas (la de Grande o la de Cabañero, pues las otras son nichos), y oír una vez más la cariñosa mas contundente recriminación de Eladio a Félix, como hermano mayor, por haber incurrido tantas veces, tan compulsivamente, en sensuales impulsos de arrebatada conducta.

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